No, qué comer ni qué nada.
Pos, ¿en qué piensa? ¿Por qué se ha quedado así, tan clavado?
Es que estoy pensando en la bola, en los años de combate, y ¿sabes porqué andábamos ahí muchos? Pa que las cosas en el campo cambiaran. La bola empezó porque en el campo había muchas injusticias, pero ya viste cómo están estas gentes.
El joven ingeniero se quedó mirando las casas, o mejor dicho los jacales, y luego vio pasar a unos niños completamente desnudos, con la piel en cuadritos.
El anciano era uno de los muchos veteranos de la revolución. No alcanzó grado pero la gente por estimación le decía el general. Ahora andaba como guía de un ingeniero que iba por los caminos apartados conociendo necesidades para algún político.
A lomo de caballo se habían internado por la sierra y habían llegado a pueblos casi primitivos, donde casi todos los niños no usaban ropa.
Había sido un año de sequía y como la tierra no dio frutos, en algunos jacales se comían raíces y tortillas con chile y se bebía aguamiel.
Pero lo que más impresionó a los dos fue el gran número de enfermos que había en ese rancho.
Una mujer que estaba en la puerta de un jacal les preguntó:
¿Son ustedes doitores?', es que aquí tengo un niño muy malito y hoy ni salvilla conseguí.
Al ingeniero se le espantó el hambre y se puso a pensar si la Secretaría de Salubridad tendría un mapa con todos estos pueblitos apartados, y pensó también si tanto estudiante de medicina que egresa cada año de las facultades podrían ser utilizados en los campos apartados como ése en en que estaba.
Y estaba pensando esto y muchas cosas el ingeniero cuando sintió que le jalaban la chamarra. Era un niño desnudo que le daba un taquito que le enviaba su mamá. El ingeniero emocionado abrazó aquel montoncito de huesos y pensó... Si yo fuera médico y no ingeniero.
