¿Y YO QUÉ?
Sentida, enojada, la niña de seis años interrumpía nuestra siesta vespertina para reclamarnos.
¿Por qué siempre te olvidas de mí? Nada más hablas siempre de mi hermano, ¿y yo qué?
Ya nos cayó el chahuistle, pensamos de inmediato. El sueño se nos espantó, y a un lado de nosotros teníamos a la pequeña que con su voz de Lucha Villa y su enojo de Juana Gallo nos reclamaba no hablar de ella aquí, en esta columna.
¿Y sabes qué abuelito? Nos dijo enojada; ya le dije a mi abuelita que me enseñara muchas cosas, a coser, a tejer, a bordar, para ver si así me tomas en cuenta, porque para ti solamente es Luis Mario.
Siempre, desde muy pequeña, Marianne, nuestra nieta nos ha encantado, porque representa a todas las mujeres del mundo que exigen sus derechos, su lugar, su mundo especial, donde los hombres salen sobrando y ellas son las reinas.
Marianne tiene un vozarrón que ya lo quisiera la misma María Félix, por ello, desde muy pequeña le decimos Lucha Villa.
Entrona como es, se ha ganado a pulso el mote de Juana Gallo. No se deja de nadie, mucho menos de su hermano, al que considera quien le quita el cariño de los demás.
Es dulce y tierna como buena mujercita. Es la más adorable cuando nos pide algo, ahí ya con una vocecita que está muy alejada que cuando reclama.
Cuando su hermano, dos años mayor que ella le hace alguna travesura, ella lo mira seria, formal y con aire dominador lo apacigua.
Cuando es requerida por su hermano para que lo acompañe a jugar al futbol, ella pone precio, y es excelente tocando la pelota, demostrando que el balompié también lo pueden dominar las mujeres.
Desde pequeña le gusta tener sus estuches de belleza, con su lápiz labial y su lápiz para las cejas. Le gustan los tacones altos y observa con atención los desfiles de modas. Luego la vemos dando pasitos, como en una pasarela.
Nos encanta tenerla a nuestro lado, porque sabe reclamar sus derechos como nadie.
Por ello ni pío dijimos cuando nos despertó y nos reclamó.