Podemos considerarnos, a estas alturas de nuestra vida, seres privilegiados. Porque a pesar de no haber podido reunir una fortuna, la que nunca hemos buscado ymenos pretendido, seguimos gozando de una salud que nos mantiene activos y entusiasmados. Entusiasmados por seguir en este oficio, platicándole de nuestras experiencias, de aquí y de allá.
De donde estemos y de donde andamos viajando. Este viaje que acabamos de realizar a la lejana Sudáfrica nos ha traídomuchos mensajes. El primero es que extrañamos día a día a nuestra ciudad, ésta en la que no nacimos pero en la que crecimos desde niños. A su gente, claro, primero con nuestros seres queridos y luego con tanta gente que nos regala su amistad y hasta su cariño. Y recalcamos el último sentimiento descrito, porque así lo sentimos, aunque en casa nos digan que exageramos, y que no es para tanto. Pero, después de haber llegado aquí, con una mano atrás y otra adelante, lo que hemos logrado ha sido más que suficiente para satisfacer necesidades y deseos, no sólo nuestro sino también de nuestros seres queridos.
Apenas reaparecimos lo mismo en esta Casa, donde ya llevamos casi seis décadas, que en San Isidro, el café o los lugares que frecuentamos, notamos el gusto de la gente por vernos y preguntarnos sobre nuestras experiencias, pues no se conformaron con lo que diariamente escribíamos aquí. Fuimos incluso el pasado fin de semana a nuestro pueblo natal y el entusiasmo fue el mismo, tanto de nuestros paisanos como de nosotros mismos.
Por cierto, por fin vamos cumpliendo uno de los viejos anhelos que siempre tuvimos, da darnos tiempo para sentarnos en la plaza del lugar y platicar con los amigos. Pero lo mejor ha sido la salud, y ahí tiene mucho que ver la forma en que nos tratan en casa, con nuestros alimentos, que no serán los manjares de los ricos pero sí los frijolitos y calditos y sopitas a tiempo, con su fruta mañanera y las caminatas que no deben faltar.
También eso extrañamos en el último viaje, a pesar de estar ante los mejores platillos que pueda imaginar, teniendo siempre la amenaza de Ramón Sotomayor de llevarnos a comer tripas de gato.
Todo ha sido maravilloso en nuestro vivir, y damos gracias al Señor por ponernos en la lista de sus seres privilegiados.
