Alegre, llena de entusiasmo. Que ha dejado recuerdos inolvidables en este Valle. Ala que nunca vimos enojada, preocupada o molesta. A la que incluso buscábamos para tomar inspiración. Algunos, hace tiempo se fueron y nos dejaron su historia única, muy diferente a la de los demás.
Quizá usted también haya conocido o aún trate a estos personajes incomparables. Únicos, diríamos, porque en este mundo no es fácil sacar la casta y mostrar un rostro alegre, ante tanta adversidad. Y sin embago los hay, muy pocos por cierto, pero han estado a nuestro lado.
En esta casa no olvidaremos, a personajes como Antonio “El Panzón” López. Fue administrador nocturno cuando empezamos nuestro andar por talleres y pasillos sigleros. Todas las noches los trabajadores lo esperaban, unos, porque él era el tesorero del sindicato, el que prestaba dinero, otros porque necesitaban de un rato de alegría, pues “El Panzón”, como le llamaban con cariño todos, tenía siempre en los labios una sonrisa, un chiste, unos versos de Antonio Plaza para los que gustaban de relatos amorosos e íntimos.
Nosotros lo esperábamos con ansia pues era el que recibía lo que recaudábamos durante una etapa en la que estuvimos en publicidad y nos tocaba atender a quienes venían a poner anuncios o esquelas de noche.
Y no podíamos irnos con el dinero que él recogía y lo entregaba por la mañana cuando salía.
Otro gran personaje lo fue Rodrigo Caballero Contreras, el popular “Negrito” de todos nuestros afectos. Entró a este Diario unos meses después que nosotros, así que fuimos compañeros toda la vida. El día que su tío Daniel lo trajo, venía con su uniforme blanco, el de la escuela primaria de la que acababa de salir. Rodrigo era un hombre alegre y muy feliz. Si tuvo problemas o preocupaciones sólo él lo supo, porque nunca asomó malos modos mucho menos malos tratos.
Otro, y éste aún vive, es Higinio Esparza Ramírez. Nos conocimos en la Escuela Bancaria y Mercantil, y desde entonces mostró que era un genio, bueno para dibujar, para estudiar, hacer traversura y para escribir lo que le diera en gana. Sigue siendo un dechado de buen humor. A veces lo encontramos cultivando la tierra por Carlos Real, Dgo. y vienen los recuerdos, de cuando fuimos jóvenes e inquietos. De esta gente mucho necesita la humanidad, tan hundida en problemas y sobresaltos.