De la vida misma
Y doña Hipertensión.
Acompañados siempre de su parienta cercana, doña Angustias.
Andan todos los días de visita por todas las casas.
Y son de esas presencias indeseables, que llegan, no para pasar un rato sino para quedarse largamente.
Usted, haga lo que haga, por favor no les dé albergue.
Batallará mucho para desalojarlos.
Empezarán a quitarle su tiempo, su tranquilidad, su libertad.
Y al poco tiempo ya estarán ocupándose, no sólo de usted sino también de los demás miembros de su familia.
Sáqueles la vuelta, evítelos. Cuando los vea acercarse, cambie de rumbo, váyase por otro lado y nunca les abra la puerta.
La rutina, acompañada de los problemas diarios que todos tenemos, van dando albergue a estos personajes, y por ello es saludable hacer cambios periódicos en nuestro diario vivir.
Cuando se avanza en la edad, es recomendable tomar pausas para salir por ahí, tratar otras gentes, ver y gozar otros panoramas, respirar otros ambientes.
La sobrecarga en las tensiones van provocando trastornos emocionales, que se van acumulando, hasta que van dándole espacio al estrés.
La hipertensión arterial se adquiere así fácilmente.
Y las angustias que llegan después, hacen tomar decisiones precipitadas y equivocadas.
Por todo lo anterior, hoy que es domingo, decídase por fin a darle un cambio a sus hábitos en el vivir. Dése un poco de tiempo para usted, se lo merece. Haga una pausa, refúgiese en la tranquilidad del espíritu, sea cual sea su creencia, y verá que poco a poco irá apareciendo una visión más clara de lo que hará hoy. Su familia se lo agradecerá y usted lo disfrutará, ya lo verá.