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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES MIRADOR HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO.

ARMANDO CAMORRA

Pensó el Señor:

-No es bueno que el hombre esté solo.

Llamó, pues, a Adán, y le comunicó:

-Voy a hacer para ti una compañera. Irán los dos por el camino de la vida. Ella será tu ayuda, tu báculo y tu guía. Estará contigo en todos los trances del vivir; lo mismo en la salud que en la enfermedad; igual en las tristezas que en las alegrías. Te voy a dar una mujer.

Unos momentos consideró el hombre la cuestión, y luego preguntó:

-¿Cuándo, Señor, vas a hacer esa mujer que dices?

-Ahora mismo -respondió el Augusto-. Voy a sumirte en un profundo sueño; te sacaré una costilla, y de ella haré a Eva.

Vaciló Adán, y preguntó:

-Señor: antes de hacer a la mujer ¿no podrías esperar a que acabara la Copa del Mundo?

¡Hasta mañana!..

"¡De perrito no!". Así exclamó Pepito, terminante, cuando le preguntaron cuál disfraz quería para la fiesta de fin de año del colegio. Declaró luego que su propósito era ir disfrazado de carrito. Le dijo la maestra: "Me temo, Pepito, que disfrazarte de carrito será muy complicado". "Por el contrario -respondió el chiquillo-. Será el disfraz más simple de todos los que se presentarán, y el que más llamará la atención. Me quitaré la ropa; me pondré unos patines; y usted me hará el favor de estirarme de allá donde le platiqué"... Se burla un tipo a otro: "Anoche se te olvidó apagar la luz, je je je je; y a través de las cortinas te vi haciendo el amor con tu mujer". Responde el otro, riendo burlón también: "Estás equivocado, je je je. Anoche ni siquiera estuve en mi casa"... El padre Arsilio quiso amenazar con las penas del infierno a Pirulina, muchacha descocada. Le advirtió con tono draconiano: "¿Sabes lo que te vas a ganar si sigues fornicando así?". "No lo sé, padre -respondió la perendeca-. Jamás se me ha ocurrido cobrar"... Don Cornilio sorprendió a un individuo haciéndole el amor a su mujer. A la mujer de don Cornilio, claro. Hecho una furia el esposo le dijo al ruin amasio: "¡Esto me lo va usted a pagar!". "Estoy consciente de eso, caballero -respondió el bellaco-. ¿Acepta usted tarjetas de crédito?"... Susiflor le preguntó a un sujeto: "¿Eres metrosexual?". "No -respondió él, apenado-. Me faltan unos 10 centímetros"... La linda joven estaba deprimida. Le comentó a un amigo: "Mi novio me dejó. Voy a privarme de la vida". Dice él: "Tú siempre me has gustado, Rosibel. Si la fatal determinación que has adoptado es ya definitiva ¿por qué no me haces dación de tus encantos? Así me cumplirías un sueño que he acariciado largamente, y tú no dejarías este mundo sin haber realizado una buena acción. Piensa en el admirable ejemplo de los boy scouts". Ella ponderó el asunto unos instantes, y luego respondió: "No tengo inconveniente en acceder a tu demanda. Si las circunstancias fueran otras habría rechazado de plano tu solicitud, pero ya que abandonaré el mundo de los vivos cumpliré tus deseos. Será como hacer una donación de órganos en vida. Vayamos a mi departamento, y ahí te daré a probar las mieles del amor. Tú, a cambio, lleva una fuerte soga. Imitando también el admirable ejemplo de los boy scouts le harás un nudo de los llamados de trinquete, corredizo, y luego me ayudarás a conseguir mi intento de irme de esta cruel existencia para siempre". Así lo hicieron ambos. Él acudió, puntual, al departamento de la chica, y llevó consigo aquella fuerte soga. La compró de sisal, para que resbalara bien en el momento de ser utilizada. Ya lo esperaba ella, ataviada con un etéreo negligé que dejaba a la vista sus atractivos más recónditos. Estimulado por esa lúbrica visión, él procedió a dar un performance tal que habría ganado un Óscar si ese trofeo se entregara al desempeño erótico. Transportó a la muchacha al séptimo cielo de la delectación; varias veces la hizo llegar al último éxtasis de la pasión sensual. Al terminar el trance ella le dijo en el languor de la carne satisfecha: "Papacito: ¡eres un tigre!". Replicó él con modestia: "El mérito no es mío. Todo lo debo a las miríficas aguas de Saltillo. Antes de venir aquí bebí un centilitro de esa taumaturga linfa, capaz de convertir en insaciable amante al más flébil varón. ¿Quieres ahora fumarte un cigarrito?". "No -declinó ella la invitación-. Debo hacer otra cosa". "Ah, sí; ya recuerdo -dijo él-. Vas a privarte de la vida". "¿Quién se acuerda ya de eso? -replicó alegremente la muchacha-. Voy a comprar un six de cerveza y una pizza, para descansar un poco y otra vez volver a empezar"... FIN.

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