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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES MIRADOR

ARMANDO CAMORRA

Jean Cusset oía sin querer la conversación de sus vecinos de mesa en el restorán. Eran dos hombres que veían a dos mujeres, madre e hija. Uno de ellos exclamó:

-¡Qué muchacha tan hermosa! Lástima que dentro de algunos años se verá como su madre.

Respondió el otro:

-Yo prefiero pensar que hace algunos años la madre se veía tan hermosa como ahora se ve su hija.

Jean Cusset, con la innegable autoridad que su cinismo le concede, le dijo al que había hablado primero:

-Lo compadezco, amigo. Nunca disfrutará usted de la vida. Le falta la imaginación que se requiere para ser generoso.

Al salir echó una mirada a la madre. La señora se puso nerviosa, y se sintió de pronto como si tuviera la misma edad de su hija.

¡Hasta mañana!..

Lady Loosebloomers le ordenó al mayordomo: "Vaya usted a la farmacia, James, y tráigame una caja de Kotex''. El elegante servidor se hizo llevar por el chofer a la farmacia, pero cuando llegó ahí el nombre del producto se le había olvidado. Le dice al farmacéutico: "Milady me encargó un artículo que vende usted aquí, pero no recuerdo si se llama Kodak, Cutex o Kotex''. "Debe ser Kotex -responde el boticario-. No creo que la señora quiera retratárselo o pintárselo''... Aquel campesino indígena jamás había visto a un sacerdote católico. Le llamó la atención el alzacuello del cura, prenda que se abotona por atrás, y le preguntó: "¿Por qué trae usted el cuello de la camisa al revés?''. "Es que soy padre'' -responde el sacerdote. "Bueno -dice el campesino-, yo también soy padre, y llevo el cuello de mi camisa al derecho''. "No me entiendes -le dice sonriendo el sacerdote-. Soy padre de más de 20 mil hijas e hijos''. "¡Ah, caón! -se sorprende el campesino-. ¡Entonces lo que debía ponerse con lo de adelante para atrás son los pantalones!''... Con bendición de obispos el llamado subcomandante Marcos inició su lucha en favor de los pobres matando a algunos pobres, que eso eran los desdichados gendarmes que murieron al empezar el levantamiento del encapuchado. No fueron pocos los -y las- intelectuales que se dejaron seducir por el misterioso y romántico encanto del insurgente armado. Otros, en cambio, advirtieron desde el principio la falsedad de su movimiento, y el protagonismo de Marcos, que se cubría el rostro, montaba a caballo, fumaba pipa y llevaba carrilleras con cartuchos que no correspondían al rifle que portaba. Ahora se habla de presuntos vínculos del tal subcomandante con terroristas internacionales, de quienes recibiría fondos para conservar su dominio en extensas zonas de la selva chiapaneca, a las que mantiene en sujeción, y apartadas de la vida comunitaria. País de mentiras y de disimulos es el nuestro. Sólo eso explica que un personaje así, bastante mitómano, y ya muy poco mítico, pueda seguir utilizando a los pobres para sus fines personales, o para otros fines cuyo alcance quizás ni él mismo conoce cabalmente. No es que nuestra realidad sea mágica. Más bien es algo estúpida... En un solitario rincón de la plazuela Pepito mostraba gran cariño y ardiente admiración a Rosilita: la abrazaba con entusiasmo grande; la besaba con admirable asiduidad. Dos señoras pasaron por ahí y contemplaron aquel espectáculo primaveral. "¡Caramba! -exclama una de ellas viendo aquel precoz amor-. ¡Ya no quedan niños en el mundo!''. Responde Pepito: "Ya los haremos, señora, ya los haremos''... Un gusanito exclamó entusiasmado: "¡Qué traserito tan lindo!''. "No te emociones -le dice una vocecita-. Soy tu otro extremo''... El forastero les cuenta a los lugareños: "La ciudad donde vivo tiene un clima muy uniforme: jamás cambia''. Masculla un viejo: "¿Y entonces de qué hablan?''... En el avión la azafata le ofreció un whisky al señor cura. "¿A qué altura estamos volando?'' -preguntó él. "A 30 mil pies'' -responde la muchacha. "Mejor me espero a que vayamos a aterrizar -dice el sacerdote-. Ahorita estoy muy cerca del patrón''... La señora dio a luz un bebé, y su esposo llevó a un compadre a que lo conociera. "Mire, compadre -le dice orgulloso-. Tiene mis ojos, la nariz de mi suegro, la frente de mi mamá, la boca de mi abuelo...''. "Sí -confirma el otro-. Y el lunar en la pompis de mi comadrita''... FIN.

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