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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Melchor y Gaspar no salían de su asombro. Les dice el negrito Baltasar, que en ese momento tocaba el bongó en un guapachoso conjunto de salsa: "Ni me digan nada, compañeros. Ya pasó el día de Reyes, y algo tengo que hacer ahora para ganarme la vida"... En cierto pequeño pueblo había una costumbre: el padre de un niño nacido fuera de matrimonio debía entregar a la madre, mensualmente, una cantidad de dinero suficiente para el sostenimiento y educación de la criatura hasta que cumpliera 15 años. Cumplió 10 uno de esos niños, y ese día le dice su papá: "Tengo una sorpresa para tu madre. Dile que ésta es la última mensualidad que le voy a dar. Regresa y dime qué cara puso al conocer esa noticia". Vuelve a poco el chamaco y le comunica al tipo: "Me dijo mi mamá: 'Yo también tengo una sorpresa para tu padre. Dile que no eres su hijo, y que 10 años te ha estado sosteniendo sin tener obligación. Regresa y dime qué cara puso al conocer esa noticia'"... Se casó Susiflor con un pintor modernista. "Nuestra vida es tranquila -le platicaba a su mamá-. Yo cocino y él pinta. Después yo trato de adivinar qué es lo que él pintó, y él trata de adivinar qué es lo que yo cociné"... En el aula de la Escuela de Animales dice el búho, que era el profesor: "Hoy vamos a aprender a multiplicar". Desde su banco grita el conejo: "¡Eso ya lo sé!"... Casi todos los problemas de un país son solubles en esa agua bendita que se llama educación. En México, sin embargo, la educación carga un pesado lastre: el sindicalismo mal entendido. Las conquistas gremiales del magisterio, con todo lo merecidas que pudieran ser, han servido sólo al interés de los sindicalizados, y no han sido incentivo para aumentar la calidad educativa. En el proceso educativo no pueden intervenir los padres de familia, y sólo en modo muy relativo tienen parte las autoridades educativas. Todo está en manos del sindicato. Una de las más nocivas herencias que dejó la llamada Familia Revolucionaria fue un sindicalismo desvirtuado y abusivo. Alguna vez tendrá que hacerse el estudio de los daños que los malos sindicatos han causado a este país, y de la forma en que han estorbado su progreso. ¿Qué clase de revolución podría liberarnos ahora de las ataduras de esas poderosas organizaciones, tan grandes y pesadas que aplastan aquello que deberían proteger? Y otra pregunta me atosiga este año, igual que en el pasado y en los anteriores: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... Una señora le dice con mucho orgullo a otra: "Mi niño tiene cuatro años y ya sabe leer y escribir. Además hace sumas y restas". "Pues el mío -replica la otra señora-, tiene apenas seis meses, y ya sabe cómo andan las cosas en México". "¿Ah, sí? -se amosca la primera-. ¿Por qué dices eso?". Responde la otra: "Porque se la pasa llorando todo el tiempo"... Le contó don Martiriano a un amigo: "Todas las noches, cuando llego a mi casa del trabajo, mi esposa Jodoncia me quita los zapatos". Inquiere el otro: "¿Para que estés a gusto?". "No -aclara don Martiriano-. Para que no me salga"... Le dice un tipo a otro: "Puse un negocio contable, y me estoy haciendo rico". El otro se asombra. "¿Te estás haciendo rico con un negocio contable?". "-Sí -confirma el sujeto-. Con-table dance"... "... Una señora hablaba de su esposo. "-Es la luz de mi vida -comentaba-. El problema es que en las noches se apaga"... FIN.

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