¿Por qué el hombre se vuelve más inteligente al hacer el amor? Porque está conectado a una mujer... Don Vetustiano Carcanza, añoso caballero, conoció en una fiesta a la señora Pasita, dama que no se cocía ya al primer hervor. Ni al segundo, ni al tercero. El corazón, sin embargo, no tiene calendario -hermosa frase-, y surgió entre ellos la súbita llama del amor. O por lo menos del deseo. ("¡Qué lindas bubis tienes, vida mía, y qué preciosas pompas!". "Gracias, Eroto; pero dime: ¿me amas?". "Por favor no me cambies la conversación"). Yo soy experto en cuestiones de edad, pues tengo mucha, y puedo decir que una cosa no quita la otra. Todo depende de la actitud que ante los años guardes. Cuando Alfred Adler, el famosísimo siquiatra, llegó a los 60, uno de sus amigos le envió este lindo telegrama: "To me, Adler will always be Jung". "Para mí, Adler será siempre Jung". Ingenioso juego de palabras con el nombre de otro célebre analista y el vocablo que en inglés sirve para designar a quien es joven. Pero me estoy apartando de mi cuento. Y del cuento no me puedo yo apartar, pues toda mi vida ha sido como un cuento. Pasita invitó a don Vetustiano a ir con ella a su casa. El maduro señor aceptó la invitación, pero cuando llegaron a la puerta le dijo con vacilante tono a la anhelosa dama: "Ya no somos jóvenes, Pasita. ¿Qué te parece si pasamos fuera toda la noche?"... Las manifestaciones de los ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro se vuelven cada día más violentas y agresivas. Ha disminuido considerablemente el número de quienes participan en esos actos que lesionan el derecho de terceros y llegan a poner en riesgo incluso a las familias de quienes son objeto de la inquina de los manifestantes, pero los que aún siguen en el movimiento radicalizan más sus posiciones conforme pasa el tiempo, y hacen sus acciones más virulentas e iracundas. Ante esa situación la autoridad del Distrito Federal se ha mantenido indiferente, y ha puesto el interés político por encima de lo que se debe al orden jurídico y al bien de la comunidad. Todo indica que no puede haber ya marcha atrás en las decisiones que han afectado a quienes así protestan. Tratar de conseguir por la fuerza lo que no se ha podido lograr por medio de la razón y la legalidad, entraña graves riesgos. Uno de ellos es extremar los actos de protesta hasta el punto de incurrir en figuras delictivas. El líder de los trabajadores debe reconocer la necesidad de dialogar para exponer sus argumentos y llegar a acuerdos. No es razonable prolongar más la zozobra de sus representados ni atentar contra legítimos derechos. La actitud violenta, más que favorecer su causa, atrae repudio hacia ella... Pirulina, muchacha complaciente, fracasó en su examen de manejo: cada vez que el automóvil se detenía ella se pasaba al asiento de atrás... Doña Holofernes, la esposa de don Poseidón, ranchero acomodado, tenía una sirvienta de origen campesino y de sonoro nombre: se llamaba Lapachu Rada. Cierto día la doméstica, mujer de buenas carnes, le salió a su patrona con la novedad de que estaba un poquitito embarazada. "¡Cinco Señores! -exclamó doña Holofernes usando una antigua jaculatoria, ya en desuso, en la cual se invocaban los santos nombres de Jesús, María y José, y de los padres de la Virgen, Santa Ana y San Joaquín-. Y ¿quién es el papá de la criatura?". "¿Cómo puedo saberlo, siñora? -se justifica la frondosa fámula-. Cuando friego los pisos siempre me pongo sobre las manos y las rodillas en el suelo, y como usted quiere que haga aprisa la tarea no tengo tiempo nunca para voltear a ver quién fue"... FIN.
