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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Languidio sufría de disfunción eréctil. Eso lo traía mohíno, conturbado. Deploraba la pérdida de los enhiestos rijos de la juventud, y lamentaba no poder librar ya aquellos combates a que Góngora se refirió cuando dijo que, siendo Amor (o sea Cupido) una deidad alada, dio a batallas de amor campos de pluma. Aludía el poeta a los colchones, hechos con ese blando material. Permítame decirle, don Languidio, que yo en su lugar no me preocuparía. Bien señaló la actriz Shirley MacLaine en una reciente entrevista: la vida se vuelve menos complicada cuando el sexo deja de ser un asunto capital. (Aun reducido a provincia, digo yo, sigue siendo algo agradable). Por otro lado, en lo que atañe al ejercicio erótico los hombres se dividen en dos clases: los que han fallado alguna vez y los mentirosos. Finalmente -y eso es lo más consolador- hay ahora medicamentos y dispositivos que prestan lo que natura ya no da. Y quedan todavía, como mejor recurso, las miríficas aguas de Saltillo. Un centilitro de esa mágica linfa taumatúrgica basta para dar ánimo al más desanimado. Cierto anciano señor que yo conozco bebía de vez en cuando aquellas portentosas aguas. Fue desafiado por un muchacho de 20 años a ver quién hacía más veces el amor en una noche. El joven lo hizo tres veces -¿por qué tan pocas? me pregunto yo- y puso tres rayitas sobre la cabecera de la cama, para marcar la anotación. Se alejó luego, seguro de su triunfo. Llegó al cuarto el viejito saltillero, miró las tres rayitas, y exclamó desolado: "¡Ciento once! ¡Caramba, me ganó por tres!". Pero ése es otro cuento, y yo estoy con el de don Languidio. Le comentó a su mujer: "Un médico me dijo que me pondrá en aptitud de hacer de nuevo obra de varón". Le pidió la señora: "Dime quién es ese doctor. Iré a verlo". Don Languidio se sorprendió. "¿Para qué lo quieres ver?". Respondió ella: "Si vas a usar esa cosa oxidada, necesitaré una inyección contra el tétanos"... Uno de los puntos más atendibles en la iniciativa de reformas políticas presentada por Felipe Calderón es el del aumento de porcentajes de votación que los partidos deben acreditar para no perder su registro. A los partidos que forman "la chiquillada" -el Verde, Convergencia, el PT- se les llama "de las minorías". No lo son. Díganme mis cuatro lectores: ¿a qué minoría representa cada una de esas ficticias organizaciones? ¿Qué ideología tienen, o que interés de clase buscan proteger? La verdad es que son meros negocios personales o de familia; empresas que lucran merced a la corrompida legislación electoral que los propios partidos han urdido para su conveniencia. Si esos partidos migajeros sobreviven es sólo por las mañosas alianzas que traban con los partidos grandes, y que pagan con apoyos oportunistas y de coyuntura. Si no cuentan con el voto directo de un número suficiente de electores, tales partidos de mentiras, parasitarios, deben desaparecer, pues cuestan mucho a la Nación y no le aportan nada... Afrodisio le dice a Pirulina: "La palabra 'piernas' tiene dos sílabas. A ver: sepáralas"... El novio, inquieto, le pregunta a su dulcinea: "¿Crees, mi vida, que podrás vivir con lo que gano?". "Pienso que sí -responde ella-. Pero ¿de qué vas a vivir tú?"... Por cerca de diez años el señor había soportado la presencia en su hogar de aquella mujer mal encarada, de áspero carácter y genio desigual. "¡No puedo aguantar más! -le dice un día a su esposa-. ¡Tu mamá tendrá que irse de la casa!". "¿Mi mamá? -responde ella asombrada-. ¡Yo creí que era tu mamá!"... Al regresar la señora de su visita al médico le informa a su marido: "El doctor dice que no puedo hacer el amor". Replica el individuo, amoscado: "¿Y él cómo se enteró?"... FIN.

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