Llegó Afrodisio al bar. Iba cojeando; llevaba un brazo en cabestrillo, y traía vendada la cabeza. "Sacrebleu! -exclamó el cantinero, que en su niñez había sido lector devoto de Los Halcones Negros-. ¿Qué te sucedió?". "Tuve una pelea con Minucio" -responde el otro con voz feble. "¿Minucio? -se asombra el tabernero-. ¡Pero si es un alfeñique, un hombre enclenque y chaparrito! Debe haber traído algo en la mano". "Sí -replica Afrodisio-. Traía una pala. Con ella me golpeó". "Y tú -le pregunta el del bar- ¿no traías nada en la mano?". "Sí -replica Afrodisio-. Pero no me servía para defenderme". Inquiere el cantinero: "¿Qué traías?". Contesta Afrodisio: "Una bubis de la esposa de Minucio"... Aquel tipo se iba a casar, y de pronto les salió a sus amigos con la novedad de que la boda se había suspendido. "¿Por qué?" -quisieron saber ellos. Les pregunta a su vez el individuo: "¿Se casarían ustedes con alguien que no tiene sentido alguno de la moralidad; que días antes de casarse les dice que le gustan las prácticas sexuales aberrantes; que además confiesa ser infiel por costumbre, y que no da importancia alguna a los valores?". "Claro que no -responden los amigos, con determinación-. Jamás nos casaríamos con alguien así". Responde el sujeto: "Pues mi novia tampoco se quiso casar con alguien así"... Astatrasio Garrajarra le pellizcó la pompis en la calle a una señora. Ella se volvió, indignada, y Garrajarra farfulló una disculpa: "Perdone usted, amable dama. Es que, con todo respeto, se ve usted exactamente como mi esposa". La mujer prorrumpió en airadas expresiones: "¡Pelado borracho, indecente, majadero, grosero, sinvergüenza, descarado, ruin!"."¡Ah! -exclamó sorprendido Garrajarra-. ¡También se oye exactamente como ella!"... Babalucas presentó una queja ante el dueño del restorán. "Fui al baño -le dijo muy molesto-, y cuando accioné la palanca me prensó los éstos". El hombre fue a revisar las instalaciones, y le dijo: "Señor: se sentó usted en la tina de fregar los pisos, que tiene exprimidor"... Un admirador visitó en su camerino a Nalgarina Grandchichier, vedette de moda. Le propuso: "Vamos a algún antro a tomar unas copas". Respondió ella con expresión irónica: "Sí, cómo no. Mañana". Prosiguió el tipo: "Si no te gusta beber en los antros, te invito a ir a mi departamento". Repitió Nalgarina, otra vez con voz burlona: "Sí, cómo no. Mañana". Insistió el otro: "Si tampoco eso te convence, entonces te invito a ir en mi jet privado a pasar unos días en mi chalet de los Campos Elíseos, en París; en mi castillo del Loira; y en mi casa de playa en la Costa Azul". "Sí, cómo no -volvió a decir la Grandchichier-. Hoy"... En una fiesta declaró Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera: "El hombre con quien yo me case deberá llenar mis horas; divertirme; entretenerme; poner en mi vida luz, música, color...". "Señorita -le dice uno de los invitados-. Usted no quiere un marido; quiere un televisor"... Tres amigos estaban platicando. Dice el primero: "A mi esposa le gusta mucho la canción 'Mi árbol y yo'. La estaba oyendo una noche, le hice el amor, y nueve meses después nació nuestro único hijo". Relata el segundo: "Algo parecido me sucedió a mí. A mi mujer le gusta la canción 'Dos arbolitos'. Una noche la estaba escuchando; le hice el amor, y a los nueve meses nacieron nuestros gemelitos". El tercer amigo palidece. "¡Cielo santo! -exclama consternado-. Anoche le hice el amor a mi señora, y estaba oyendo su pieza favorita: 'Cuentos de los bosques de Viena'!"... Lord Highrump regresó de un viaje a China. Le preguntaron sus amigos en el club: "¿Viste las pagodas?". "¿Que si las vi? -responde con suficiencia el lord-. ¡Pasé una noche con dos de ellas!"... FIN.