Una oficiosa amiga, de las que nunca faltan, le dijo a una señora: "Tu marido te está engañando". "¿Con quién?" -preguntó ella. Le informa la amiga: "Con la esposa de su jefe". "¡Qué barbaridad! -se preocupa la señora-. ¡Con lo mal que hace el amor, hasta lo pueden despedir!"... En política, tan peligroso como el trono es el altar. Ambos deben apartarse uno del otro, y cualquier comentador hará muy bien en mantenerse alejado de los dos. La impugnación presentada por la Procuraduría General de la República contra los mal llamados "matrimonios gay" tiene un tufillo a iglesia difícil de ocultar. El partido actualmente en el poder ha tenido tradicionalmente vínculos con la jerarquía católica. No es extraño, por eso, que abandere algunas de las posiciones sostenidas por la iglesia. Urge por tanto remarcar el carácter laico del Estado mexicano, resultado de una larga serie de enfrentamientos entre el poder civil y el eclesiástico. En un país como México, mantenido en el atraso por la ignorancia y la pobreza, es peligroso que una iglesia, cualquiera que sea, detente un poder temporal que incida en los asuntos del Estado. La separación de esos dos reinos tiene raíces evangélicas, pero los clérigos se desentienden de ella. Cuántas veces la Iglesia Católica ha pretendido en México ejercer poder político, ha hecho grave daño a la Nación, y se lo ha causado a sí misma. La iglesia tiene una misión muy importante que cumplir: le corresponde proclamar valores que dignifican a la persona humana y la acercan a lo trascendental. Por eso mismo no debe suplantar a los ciudadanos en el manejo de los asuntos públicos. Puede proponer su verdad, eso es incuestionable, pero no ha de valerse de la fuerza que le dan la fe y sumisión de sus adeptos para tratar de imponerla como única. "Extra ecclesiam nulla salus", escribió San Cipriano. (Epístolas 73,21). Fuera de la iglesia no hay salvación. El mismo criterio impuso el Papa Bonifacio Octavo en su bula "Unam Sanctam". (Favor de no leer "Universidad Nacional Autónoma de México Sanctam", como hizo un muchacho en Monterrey que al leer en la misa el texto que comienza: "Hubo un varón en tierras de Ur..." leyó: "Hubo un varón en tierras de la Universidad Regiomontana..."). En esa concepción, ya superada, se consideraba a la Iglesia Católica como depositaria única de la verdad. Vivimos ya otros tiempos, y los jerarcas, sin mengua de expresar sus opiniones, deben también dar reconocimiento a las de los demás, y admitir la verdad, razón y justicia que pueda haber en ellas... Don Veterino, anciano caballero, logró que doña Pasita, también añosa dama, aceptara realizar con él un acto que ambos tenían ya casi olvidado. Al empezar el trance doña Pasita le dice a su galán: "¿No vas a usar condón?". "¡Uy, no! -se asusta don Veterino-. ¡Pesan demasiado!"... Don Algón fue con una linda chica a cierto discreto motelito. Era bastante corto de estatura don Algón, pero ella había notado que la altura de su cortejador se elevaba considerablemente cuando estaba sentado sobre su cartera. A pesar de eso la muchacha mostraba poco entusiasmo al estar entregando sus favores. Se detiene un momento don Algón y le pregunta: "Dime, linda: ¿haces esto por interés o por amor?". "¡Por amor, claro!" -mintió ella descaradamente. "Si es así -le dice don Algón-, entonces ponle más interés"... Un tipo le dice a otro: "Vamos al teatro. Se presenta un mago que corta a una muchacha en dos, y me dicen que después de la función esa chica acepta invitaciones a salir". "¡Anda" -replica el otro-. ¡Con la suerte que tengo seguramente me va a tocar a mí la mitad que come!"... FIN.