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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Rosilí, muchacha soltera, le confesó a su mamá que esa noche había hecho el amor por primera vez. "¡Santo Cielo! -exclamó, preocupada, la señora-. Y ese hombre ¿te cumplirá?". "Ya me cumplió, mamá -contesta Rosilí-. Me pagó 500 pesos"... En el lecho de agonía la señora le pidió a su marido: "Si contraes nuevo matrimonio, no vayas a traer a tu nueva mujer a la que fue mi casa". "No -responde el individuo-. A ella no le gusta esta colonia"... Añoro aquellos teatros de carpa que vi en mi juventud, herederos de las corralas cervantinas y de "La barraca" de García Lorca. En ellos pervivía una declamatoria tradición escénica. Decir: "Está muerta" era pecado; había que pronunciar: "Eshtá muéreta". Ponían esas insignes compañías el Tenorio "con todos los trucos que requiere la obra", y presentaban en funciones de matiné, moda, tarde y noche, espeluznantes dramas tan tremendos que necesitaban dos nombres para titularse: "Mancha que Limpia, o El Honor de la Mujer Caída". Bajaba el telón. La primera actriz dramática se enjugaba el llanto de la escena final, en la cual habían muerto su padre, su madre, su esposo y sus pequeños hijos; corría luego a ponerse otro vestido con rapidez de transformista, y aparecía nuevamente, ahora ataviada de rumbera, para cantar "Las clases de cha cha cha" en la "bonita acuarela musical con actuación de toda la compañía". Esa acuarela era un obsequio adicional que se hacía a la concurrencia a fin de que la gente no se fuera a su casa con la honda pesadumbre que dejaban aquellos culebrones: "La Mujer X", "¡Malditos sean los Hombres!", "La Jaula de la Leona". Igualmente se ofrecían al culto y exigente público -más exigente que culto casi siempre- las llamadas "comedias de risa loca", como "La Tía de Carlos" o "La Venganza de la Petra". Al verlas reía uno a carcajadas con los equívocos y graciosos despropósitos de esas astracanadas. ¿"Astracanadas" dije? Esa palabra ya no se usa. Servía para designar una farsa ridícula, disparatada y sin ingenio. Imaginemos ahora una comedia de risa loca, una astracanada. Hay quienes dicen que las alianzas locales que están pactando el PAN y el PRD son un ensayo para enfrentar al PRI en la elección presidencial. Pero sucede que la caballada del PAN está muy flaca, tanto que casi no se ve. En cambio por el PRD está corriendo -todavía- López Obrador, a quien algunos consideran ya demasiado corrido, pero que no se puede descartar. Y otro de buena andadura también corre, Ebrard, que tendría mejor paso si se decidiera por fin a tomar el suyo propio, sin la sombra de quien ahora es su rival. Vamos a suponer por un momento que finalmente el candidato de las izquierdas fuera, otra vez, López Obrador. ¿Se imaginan mis cuatro lectores al PAN haciendo alianza con el PRD para llevar a la Presidencia a AMLO? ¿No sería algo de risa loca? Pero en esas astracanadas anda ahora el PAN, olvidado ya por completo de su historia, trastabillando en el presente, y sin visión alguna de su porvenir. ¡Cómo no vuelven aquellas carpas de antes! De farsas a farsas, eran mejores las que ahí veíamos... Hitler fue gran admirador de Chaplin, tanto que le copió el bigote. Antes usaba uno de aquellos bigotazos llamados "de manubrio", entonces de mucho uso entre los alemanes. Por cierto, el romance de Chaplin con Lita Grey, muchos años menor que él, inspiró a Nabokov su novela "Lolita", varias veces llevada a la pantalla... La madre superiora andaba de muy buen humor, de modo que le extrañó escuchar que todas las novicias le decían: "Se levantó usted del lado equivocado de la cama, madre". Eso se dice cuando alguien trae el genio disparejo. Así, les preguntó: "¿Por qué dicen que me levanté del lado equivocado de la cama?". Responde una: "Porque trae usted las pantuflas del padre capellán"... FIN.

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