Un toro y una vaca se encontraron. Los separaba sólo una cerca de alambre de púas. "Me llamo Clarabella -se presentó la vaquita, entornando sus ojos de Juno-, pero puedes llamarme Bella, porque bella soy". El toro, en rijo por la majeza de la hembra, saltó sobre el alambre para cumplir con ella el eterno rito natural. Le dijo al caer: "Y yo me llamo Carambolas, pero puedes llamarme Caram, porque lo demás se me quedó en las púas"... Aplaudo -y con las dos manos, para mayor efecto- la decisión de enfatizar en el texto constitucional el carácter laico de nuestra república. Algunos querrán advertir en eso un tufo de jacobinismo trasnochado, pero yo no lo veo así. En un país como México, donde la falta de educación y la pobreza pueden favorecer los fundamentalismos religiosos, es necesario subrayar la idea de que las convicciones derivadas de una particular profesión de fe no pueden ser impuestas a los ciudadanos con el apoyo de la autoridad civil. En ese sentido la tradición del liberalismo mexicano es importante: ningún poder debe aspirar a ponerse por encima de la soberanía del Estado. Así pues, remarcar el laicismo republicano de ninguna manera es ataque a las iglesias: es un recordatorio del carácter civil de nuestras instituciones, que nadie ha de vulnerar... Chisme hollywoodense previo a la entrega de los Óscares. Jean Harlow, hermosa actriz de cine, famosísima, murió a los 26 años de edad, víctima de una infección renal. Su madre, fanática de la Christian Science, denominación religiosa, no permitió que los médicos le practicaran una sencilla operación quirúrgica que le habría salvado la vida. La señora dijo que la oración sanaría a su hija... A ti, mi lector de Monterrey: hoy a la una de la tarde, en Cintermex, presentaré el más reciente de mis libros, y uno de los que quiero más: "Mi perro Terry". Te espero para encontrarnos en el amor a los animales, a la naturaleza y a la vida; para darte un abrazo de amistad, firmar tu libro y tomarnos juntos una fotografía ... Toton Colifichet, heredero de una plantación de tabaco en Zebulon, condado de Pike, Georgia, cortejó a Miss Lirylou, hija única de Nehemiah Highbuttocks, próspero tratante de algodón, y la pidió en matrimonio. El padre de la joven vio a Toton, y lo encontró algo lánguido, con una palidez a la lord Byron, y hasta un poco fileno, ninfo, sarasa o cacorrón, maneras todas esas de designar al hombre poco varonil, o ahembrado. Highbuttocks anhelaba que su hija le diera un nieto en el cual continuara la tradición de la familia, y temió que los pocos arrestos de Toton fueran insuficientes para engendrar progenie. Decidió entonces someterlo a una prueba. "Colifichet -le dijo-. Harás el amor con mi esclava Pompanona, una mulata mandinga de ubérrimo tetamen, grupa enhiesta y poderosas ingles. Ella me rendirá un informe detallado de tu comportamiento erótico, y así sabré si puedes entrar con buenas esperanzas en el tálamo virginal de mi unigénita hija". Colifichet accedió a someterse al tal examen, y esa noche yogó con la sensual mujer. Al día siguiente el papá de Lirylou llamó al pretendiente de su hija. Al recibirlo le dio un abrazo y lo felicitó. "¡Bravo, muchacho! -le dijo al tiempo que le servía un mint julep-. Pompanona me informó que eres amante cumplidísimo. No una ni dos, sino tres veces hiciste honor al desafío que te puse conforme a mis obligaciones de buen padre. A más de eso me dijo la mulata que te mostraste bien dispuesto a aprender las múltiples destrezas de libídine que ella posee, derivadas de su ardiente condición de hija del Continente Negro. Me asiste ahora la cabal certeza de que en ti tendrá mi cándida hija, que nada sabe de estas cosas, un marido apasionado y competente, y que pronto recibiré la ansiada bendición de un nieto, corona de mis canas, luz y fulgor de mis cansados ojos y báculo de mi abatida senectud. Te concedo, pues, la mano de mi hija Lirylou". "¡Olvídese de Lirylou! -clamó Toton con exaltado acento-. ¿Cuánto quiere por la mulata Pompanona?"... FIN.