El niñito entró en la recámara de sus papás cuando ellos menos lo esperaban. "¿Qué están haciendo?" -les pregunta desconcertado-. "Jugábamos a la lucha libre" -responde la señora con lo primero que se le ocurrió. "¿A dos de tres caídas?" -quiere saber el pequeñín. "A una solamente -contesta ella-. Tu papi ya no aguanta más"... Llegó el príncipe azul y besó a la Bella Durmiente en los purpurinos labios. Ella abrió los ojos y contempló al apuesto doncel. "Te he dado un beso, amada mía -dijo el príncipe-. Con eso rompí el hechizo de la malvada bruja y te volví a la vida". "Ya veo -replica la Bella Durmiente-. Ahora haz algo más que sólo darme un beso. Todavía estoy medio dormida"... Un tipo le dice al otro: "Mi esposa ha encontrado una forma de juntar dinero. Cada vez que hacemos el amor debo darle un billete de mil pesos". "Es mucho -responde el amigo-. Sobre todo tomando en cuenta que a nosotros nos cobra 500"... Los ciudadanos que no estén de acuerdo en las alianzas que trabarán el PAN y el PRD en los estados donde habrá elecciones locales, podrán manifestar su inconformidad anulando su voto, y escribiendo en la boleta la causa de su anulación. Con esto quiero decir que el elector no está inerme frente a los partidos: puede expresar su desacuerdo, y negarse a autorizar, por medio del sufragio anulado, su inconformidad con los manejos de los políticos... Chisme hollywoodense. Greer Garson se casó con Richard Nay, quien era nueve años menor que ella, y que hizo el papel de hijo suyo en la película "Mrs. Miniver"... Babalucas fue nombrado juez de barrio. En su primer día de actuación el gendarme de turno le presentó a un sujeto. "Detuvimos a este individuo porque tiene dos esposas" -dice el jenízaro al flamante juez. "¡Ah! -ruge Babalucas encarándose con el acusado-. ¿Conque muégano?"... Don Hefestino, el herrero del lugar, era tartamudo. Cierto día estaba forjando una pieza de hierro. Levanta el poderoso mazo y le ordena a su joven ayudante: "Po-po-pon en el yu-yunque la pi-pí". "¡No, maistro!" -se asusta el mozo al tiempo que se alejaba lleno de sobresalto. Le aclara furioso el herrador tartaja: "¡La pi-pi-pieza, bru-bruto!"... Don Impericio no lograba que su mujer mostrara emoción alguna en el curso del amoroso trance. Un amigo le aconsejó que la llevara a Venecia y le hiciera el amor en una góndola. De seguro ese ambiente romántico haría que la señora reviviera las emociones de la juventud, y volviera a cobrar la pasión de antes. Hizo el viaje, en efecto, don Impericio, y se allegó los servicios de un joven y guapo gondolero que los llevó bajo el puente de Rialto. Ahí el muchacho empezó a cantar con bien timbrada voz la antigua barcarola llamada "Pepponina", éxito de Enrico Caruso. Dentro del camarín de la góndola Impericio procedió a hacerle el amor a su mujer. Pero otra vez ella se mantuvo indiferente. "¿Por qué -le pregunta a su marido-, no dejas que el joven gondolero venga aquí, conmigo, y tú cantas afuera la antigua barcarola "Pepponina", éxito de Enrico Caruso?". A él no le pareció mal la sugerencia, sobre todo tomando en cuenta que en sus años mozos había querido dedicarse al bel canto, y que sabía la letra de aquella antigua barcarola, éxito de Enrico Caruso. Así pues, se puso a cantar la melodía mientras el joven gondolero entraba al camarín donde aguardaba la señora. Terminada la primera estrofa de "¨Pepponina" pregunta en voz alta don Impericio: "¿Cómo van las cosas allá adentro?". "¡Magníficamente bien! -responde la señora entre jadeos-. ¡Tú sí sabes cantar"... FIN.