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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

En la fiesta un muchacho le preguntó a la linda Susiflor: "¿Con cuántas copas pierdes la cabeza?". "La cabeza, no sé -respondió ella-. Pero con tres o cuatro he perdido otras cosas"... He aquí un inane cuentecillo seguido de una reflexión política más inane aún... Himenia Camafría, madura señorita soltera, tenía un gato. Al minino le daba por salir todas las noches a las azoteas a cumplir el eterno rito que los gatos y las gatitas cumplen y han cumplido siempre en los tejados, por cierto con sonoro acompañamiento de heteróclitos maullidos. ("Los amores de los gatos se oyen. Los de los perros se ven. Los de los hombres se saben". Ese aforismo me ha causado siempre un repeluzno o calosfrío). De sus noctívagos paseos el gato de la señorita Camafría regresaba siempre escuálido, estragado, y además con las visibles señas de los recios combates que con los otros gatos había librado para ganar los favores de las hembras. Así pues, cierto día la señorita Himenia llevó a su micifuz con el veterinario, y éste le hizo una pequeña operación que le quitó sus ímpetus y rijos de amador. Pasó un tiempo, y otro gato le preguntó al intervenido si no salía ya a las azoteas. "Sigo saliendo -respondió el micho-, pero ahora voy nada más como asesor". Un periódico puso ayer de manifiesto las grandes cantidades de dinero que en las secretarías de Estado se destinan al pago de asesores. La palabra "asesor" proviene, según la picardía popular, del prefijo "ase", homófono de "hace", y la desinencia "sor", que significa "madre". Asesor, por lo tanto, es el que hace madre, es decir el que no hace nada. La mayoría de los asesores gozan del discreto encanto de la nómina ya sea porque son amigos cercanos del supuesto asesorado, o porque una inventada asesoría representa la contraprestación de algún útil servicio; o porque es un premio de consolación, o un modo de mantener dentro a alguien, pero manteniéndolo fuera. Don Óscar Flores Tapia, gobernador que fue de Coahuila, mi natal estado, era hombre de buenas ocurrencias. Cierto señor a quien él quería bien le pídió que ayudara a un hijo suyo que había quedado sin trabajo. El tal hijo era un hijo de tal, y además hombre de no muchos alcances y de escasas letras. Le dijo Flores Tapia: "Te voy a nombrar mi asesor. Pero si me asesoras vas a ir a chin... a tu ma...". César Garizurieta, el inmortal Tlacuache, sentenciaba: "Amistad que no se refleja en la nómina es pura demagogia". La nómina federal está muy recargada ya, para encima cargarla más con prebendas, canonjías, gajes, lucros, sinecuras, aprovechamientos, beneficios y estipendios. (Habría podido añadir otras palabras igualmente inútiles, pero para eso hace falta un asesor)... El padre Arsilio le preguntó a Rosita: "¿A dónde van las niñas y los niños buenos?". "Al Cielo" -respondió sin vacilar la niña. "Y tú, Pepito -prosigue el padre Arsilio-, dime: ¿a dónde van las niñas y los niños malos?". También sin vacilar dijo Pepito: "A la parte de atrás de la iglesia"... Los recién casados iban a pasar la noche en un hotel local, pues su vuelo salía al día siguiente. El encargado del mostrador le indica al novio: "Su cuarto es el 310". "Que te den otro -se apresura a acotar la desposada-. La cama de esa habitación rechina mucho"... Don Cornulio llegó a su casa, y al entrar en la alcoba sorprendió a su esposa sin ropa alguna, en compañía de un sujeto igualmente en traje natural. El tipo, al ver al marido, dice con voz de locutor: "Señora: hemos lavado su ropa con el detergente que usa siempre, y la mía la hemos lavado con el nuevo detergente Quaz. Dígale ahora a nuestra cámara escondida: ¿cuál de las dos ropas se ve mejor lavada?"... FIN.

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