Robbie Magpie, ladrón famoso, le pidió una entrevista a Sherlock Holmes. "¿Qué traerá entre manos?" -le dijo el astuto detective a su fiel Watson. Y citó a Magpie en su casa. No bien había empezado la conversación, con generalidades sobre el clima, cuando el visitante le pidió permiso a Holmes de usar su baño. No cerró bien la puerta, de modo que tanto Sherlock como Watson pudieron oír con claridad el ruido causado por el profuso chorro. Se inclina el detective sobre su amigo y le dice al oído: "Ahora sé lo que trae entre manos"... La Patria. Sin ella ¿qué sería de los oradores, de los escultores y de los historiadores? Sin la Patria ¿podría existir la Hora Nacional? De no ser por la Patria tendríamos que trabajar muchos días del año que gracias a ella son de holganza. Aunque sólo fuera por esa razón debemos venerarla. Desde luego su honor no reside en la Selección Mexicana de Futbol. Contrariamente a lo que muchos creen, la Patria no amaneció más grande por el hecho de que los futbolistas nacionales le anotaron 5 goles a Bolivia. (Quizás al Club de Invidentes, F.C., podrían anotarle seis). Por eso mismo las supinas necedades proferidas por el señor Javier Aguirre no deberían ser motivo de indignación patriótica. Las palabras de un técnico que al mismo tiempo es rudo, y patea al jugador de un equipo rival, no son para tomarse muy en cuenta. El mayor comentario que merecen es una trompetilla, y no muy grande ni muy estrepitosa, sino pequeña y en tono menor, pues tampoco las trompetillas son para desperdiciarse en una majadería así. He aquí la mínima trompetilla: ptrr... La moral, como las arrugas, llega con la edad. En la juventud las hormonas nos defienden de caer en la insana tentación de ser morales. Sólo alcanzamos la virtud con los años, cuando hemos perdido ya las fuerzas, el sentido de la aventura y la curiosidad. Por eso no me gustan los cuentos que llevan moraleja. Hoy, sin embargo, voy a poner uno. Léanlo mis cuatro lectores en seguida... Fortunio se iba a casar con Crésida, muchacha bella y rica. Los padres de ella no veían con buenos ojos al galán, pues la mamá era miope, y el papá sufría de cataratas. Además el pretendiente era un tarambana, decían, que sólo deseaba gozar la beldad y dineros de su hija. Un hombre así, carente de principios y moral, de ninguna manera sería un buen esposo. Pero ya se sabe: cuando una mula dice: "No paso", y una mujer dice: "Me caso", la mula no pasa, y la mujer se casa. Crésida se empeñó en desposar al tal Fortunio, y sus padres hubieron de ceder. Tenían ellos otra hija, Rosafina, cuya belleza era aún mayor que la de Crésida. Unos días antes de la boda, Rosafina llamó por teléfono a Fortunio, y le dijo que quería hablar con él. "Mi hermana y mis papás saldrán hoy por la tarde -le indicó-. Ven a la casa, y podremos hablar tranquilamente". Atendió Fortunio aquel insólito llamado. Cuando llegó encontró a su futura cuñada cubierta sólo por un vaporoso negligé que no velaba ninguno de sus pródigos encantos. Le dijo la muchacha: "Siempre me he sentido atraída por ti. Vas a casarte con mi hermana, pero antes de la boda quiero tener sexo contigo". No respondió palabra el prometido. Salió corriendo de la casa, y abrió la puerta de su coche para subir a él. En ese momento los papás de Crésida salieron de atrás de los arbustos del jardín, donde se habían ocultado. "¡Ven acá, hijo mío! -lo abrazó conmovido el padre de la joven-. ¡Pasaste la prueba que te pusimos! ¡Resististe la tentación! Estábamos equivocados al juzgarte. Ahora sabemos que eres digno de tomar como esposa a nuestra hija. ¡Bienvenido seas a la familia!". El cuento que acabo de narrar tiene una moraleja: serás feliz si traes siempre un condón en la guantera de tu coche... FIN.
