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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El joven esposo llevó a su flamante mujercita de regreso a la casa de sus padres. Les dice: "Su hija me puso el cuerno. Andaba yo de viaje, y le envié un correo avisándole de mi regreso. Cuando volví la sorprendí en la alcoba entregada a concúbito carnal con mi mejor amigo". Suplicante, le pide la mamá de la muchacha: "¡Te ruego que la perdones, Coronato! ¡Seguramente no leyó tu mensaje!"... Le pregunta un músico a otro: "¿Cómo se le llama al que toca la tuba?". "No lo sé exactamente -responde el otro-. Supongo que 'tubista'". Exclama el primero con enojo: "¿Y entonces por qué todos los vecinos del edificio me llaman a mí 'El hijo de la tiznada del 14'?"... Afrodisio Pitongo conoció en la fiesta a una linda muchacha, y de buenas a primeras la invitó a salir. "No, gracias -declinó ella-. No acostumbro salir con un perfecto extraño". "Entonces andamos de suerte -se alegra el salaz tipo-. Estoy muy lejos de ser perfecto"... Este pasado martes EL SOL de Monterrey me hizo una entrevista acerca de mi larga vida y mi corta obra. La espléndida Librería Gandhi sirvió de lugar para el encuentro. Mis cuatro lectores habrán de disculpar que este día me entregue a la nostalgia, y diga por qué esa cita tuvo para mí tanta significación. Haré un recuerdo de hace 60 años. Es decir de hace un instante. Mi padre, modesto oficinista, llega a casa a las 8 de la noche, después de trabajar. Se sienta en su sillón a leer el periódico de la tarde. Ese periódico es EL SOL de Monterrey. Yo espero a que termine la lectura, pues entonces el periódico es todo para mí. Trae una plana entera de monitos. Así llamábamos entonces a las tiras cómicas. Entre ellas viene una que guardé extrañamente en la memoria: es argentina, y se llama "El otro yo del doctor Merengue". Ahí un educado caballero actúa siempre con estudiada cortesía, pero de su interior escapa otra figura que hace y dice lo contrario de lo que dice y hace el personaje. Trae también EL SOL un horóscopo: "El pozo de la dicha". Consiste en resolver un juego de palabras; por la respuesta sabes tu futuro. Leo en seguida una sección chispeante que se llama "A través de mi cristal". La firma Tata Nicho. No sabía yo, claro, que su autor era don Cipriano Briones Puebla, quien al paso del tiempo sería mi primer jefe de redacción cuando hice los pininos de reportero novel. Leo también la "Musa popular" de don Rosendo Ocañas, maestro de la versificación y de la crítica. Veo igualmente la vida de Pancho Villa, con magníficos dibujos de don Rubén García. En EL SOL -lo recuerdo como si fuera mañana- leí los grandes titulares que anunciaban el estallido de la bomba atómica, la terminación de la Segunda Guerra, la muerte de Manolete; y en sus páginas seguí los épicos combates de Joe Louis, las hazañas de los Yankees de Nueva York, y las faenas de Armillita y Garza. ¿Podía yo acaso imaginar que alguna vez sería entrevistado por el periódico que llenó mi infancia? La vida, escribió alguien, es un relámpago entre dos abismos. Quizá lo sea, no voy a discutirlo -de abismos y de relámpagos sé poco-; pero entre un extremo y el otro ¡cuántos prodigios hay, y cuántas maravillas! Esta entrevista de EL SOL fue como recibir un abrazo de la vida; fue ver a mi padre otra vez leyendo su periódico; fue una vuelta al hogar de mi infancia, y un regreso a aquel niño que fui y que -¡loado sea el Señor!- no he dejado de ser, tanto que me emocionan todavía los milagros... Una chica le contó a su amiga: "Le hice saber a mi novio que estoy embarazada. Respondió él: '¡Qué contrariedad! ¡Espero que el bebé no sea mío!'". "Y tú -pregunta la amiga-, ¿qué le dijiste?". Contesta la chica: "Le dije muy enojada: 'En ese caso espero que tampoco sea mío'"... FIN.

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