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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Carcamalio, señor octogenario, se iba a casar con una dama de nombre Popachona, mujer exuberante, dueña de competente carnadura en la comarca sur, y por la parte norte abundosa en ubérrimo tetamen. Los hijos del añoso caballero se inquietaron. Consideraron que su padre era un flébil valetudinario, y en cambio la presunta novia estaba en flor de vida: hasta en el modo de caminar mostraba temperamento de trópico, igniscente. Decidieron hablar con su papá. Ya juntos le dijeron: "No debería usted casarse con esa mujer, padre". "¿Por qué?" -preguntó amoscado él. Uno de los hijos arriesgó: "Pensamos que hay peligro de muerte". "Bueno -respondió con firme determinación el vejancón-. Si se muere, se muere"... Rosilí escribió en su diario algo importante: la noche anterior había perdido la virginidad. El libro cayó en manos de su padre, que leyó aquella anotación. Le mostró la página a su esposa, y profirió indignado: "¿Qué clase de formación le diste a tu hija? ¿De qué sirvió todo el dinero que gasté para que se educara en el colegio de las Madres Trifaldinas? ¡Mira nada más! ¡Dime si no es para sentir vergüenza! ¡Escribe 'virginidad' con be!"... La política es una actividad esencialmente improductiva. No lo digo por molestarla, no; lejos de mi tan temeraria idea. Pero lo dicho es cierto: pensemos en lo que sería del País si todo mundo se dedicara a la política. Sería como si todo mundo se dedicara a escribir artículos en los periódicos. Uno de los muchos problemas que en México tenemos (según la última cuenta, suman ya 124.563.896.708.922 millones de problemas) es que hablamos mucho de lo que hacen los políticos. Y eso que los políticos no hacen nada. Dedicamos demasiada atención a sus manipuleos, a sus pleitos de vecindad en el Congreso, a sus diretes y sus dimes, y no nos ocupamos de lo que verdaderamente importa en la hora actual: el trabajo, la producción, el tema de la inseguridad, la lucha efectiva contra la pobreza. Hoy por hoy estamos enfermos de política. Quizá eso sea el noviciado de la democracia, no lo dudo -después de la calma vino la tempestad-, pero días mejores serán aquéllos en que no hagamos tanto caso ya de los políticos. Nosotros, con nuestro trabajo, queremos hacer de México un mejor lugar para vivir. Ellos, en cambio, parecen empeñados en hacer de este país un lugar mejor para medrar... ¡Bravo, columnista! ¡Inspirado este día has estado! Pienso que luego de leer esos conceptos tuyos, tan sublimatorios, muchos políticos procederán de inmediato a arrepentirse; corregirán el rumbo de sus vidas, y saldrán con premura a buscar un empleo útil, ya sea arando el campo, operando alguna máquina en un taller o fábrica, o laborando con empeño en cualquier campo de la actividad humana. Narra tú, en señal de contentamiento, un último chascarrillo, y luego, siguiendo el ejemplo de aquellos políticos regenerados, ponte también a trabajar... Un niño de 10 años iba con su papá, y al pasar por una farmacia vio algo que le llamó mucho la atención. "¿Qué es eso?" -le preguntó al señor. "Ya estás en edad de saberlo -respondió él-. Son condones". Y procedió a darle una explicación detallada sobre su uso. Preguntó el chiquillo: "¿Para quiénes son los que vienen en un paquete con dos?". "Son para solteros -respondió el señor-. Uno para el viernes y otro para el sábado". Quiso saber el niño: "¿Y los que vienen en paquetes de tres?". Contestó el señor: "Son para casados. Uno para el lunes, otro para el miércoles y otro para el viernes". Inquiere el chamaquito: "¿Y esos que vienen en paquetes de 12?". Suspiró el maduro señor: "Son para hombres como yo. Uno para enero, otro para febrero, otro para marzo..."... FIN.

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