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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La noche de bodas fue muy apasionada. Hubo varios encores, y en ellos agotó el flamante esposo su capital de fuerzas. Despertó a la mañana siguiente laso y agotado, y decidió darse una ducha de agua fría por ver si así tornaba a recobrar impulso para un nuevo performance. La helada corriente de la regadera amenguó en modo considerable la medida de la parte anatómica aplicable. Quedó reducida esa comarca a su mínima expresión, que de por sí no era muy expresiva. En eso la novia abrió la puerta del baño. Vio la citada reducción y exclamó desolada: "¿Eso fue todo lo que nos quedó?"... Dos ricachonas señoras disputaban sobre los méritos de sus respectivas alhajas. "Mis perlas -dice una-, son más grandes que las tuyas". "Sí -reconoce la otra-, pero las tuyas son cultivadas". Y dice la primera: "El tamaño es lo que importa, chulita, no la educación"... En su carta de perdón el dirigente de los Legionarios de Cristo reconoció que Marcial Maciel había abusado "de seminaristas menores". En esa expresión se contiene uno de los mayores males de la Iglesia Católica. A los seminarios han ingresado y siguen ingresando niños, llevados ahí por sus padres ya sea por motivos de extrema religiosidad, de pobreza, y hasta de simple moda. En esas circunstancias, solos, abandonados a su suerte, sin uso de razón y libertad, muchos niños han sido víctimas de los instintos reprimidos de psicópatas sexuales, que llegan a serlo tanto por la continencia forzada como por las prédicas tradicionales de la Iglesia en relación con la mujer, a la que se ha presentado como peligrosa tentación, ocasión segura de pecado y causa de condenación, pese a lo cual hay también abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra mujeres. El hecho de que los seminaristas ingresen niños a esas instituciones cerradas no sólo es causa de atentados espantosos que luego continúan en el exterior; además es motivo de deserciones que igualmente provocan sufrimiento, y que explican la actual escasez de sacerdotes y la creciente debilidad de la Iglesia frente a otros grupos religiosos. En Europa visita el viajero los templos católicos en horas de culto, y con frecuencia los ve vacíos, con asistencia de unos cuantos ancianos nada más. Únicamente donde priva la pobreza y la falta de educación -en los países subdesarrollados- conserva la Iglesia algo de su antigua preeminencia. Mientras la Iglesia no abandone esa forma de soberbia, y de control económico, que es el celibato obligatorio, seguirá sufriendo los efectos de escándalos como el causado por Maciel, y como los que se han visto últimamente en Estados Unidos, Austria, Irlanda y otros países. Es falso que haya una maquinación para desprestigiar a la Iglesia Católica. Su estructura actual es causa de males que sólo se remediarán con una profunda y generosa reforma que tome en cuenta la plenitud humana y respete las leyes naturales, es decir la Ley de Dios... Don Martiriano, tímido señor, conducía el automóvil. En el asiento de al lado iba doña Jodoncia, su tremebunda esposa, y atrás su suegra, doña Aracnia. Las dos fieras mujeres atosigaban de continuo al pobre hombre con indicaciones. Doña Jodoncia: "¡Maneja más despacio, Martiriano!". Doña Aracnia: "¡No dé las vueltas tan aprisa!". Doña Jodoncia: "¡Cuidado con esa bicicleta!". Doña Aracnia: "-¡No se acerque tanto a la banqueta!". Por fin, harto de las mil recomendaciones que alternativamente le hacían su esposa y su suegra una y otra vez, don Martiriano detiene el automóvil, y volviéndose hacia su mujer le dice con enojo: "¡Bueno, Jodoncia! ¿Quién va manejando este automóvil? ¿Tú o tu mamá?"... FIN.

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