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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El señor cura estaba absorto en la sala de recepción del médico viendo con atención las páginas centrales de un ejemplar del Playboy. "¡Padre! -le reclama airada una dama de edad madura que también estaba ahí-. ¡Me sorprende que siendo usted un hombre del Señor esté viendo esa revista!". "Hija -responde el sacerdote exhalando un profundo suspiro-. El hecho de que yo esté a dieta absoluta no significa que no pueda ver el menú"... El hombre del carretón le preguntó a doña Jodoncia, señora de aspérrimo carácter: "¿Tiene botellas de vino que venda?". Ella contestó, atufada: "¿Acaso tengo cara de beber vino?". "Desde luego que no, señora -se disculpa el carretonero-. ¿Tiene entonces botellas de vinagre?"... Con tono de misterio, y en voz baja, Pepito le dice a su papá: "Si me das 50 pesos te contaré lo que le dijo el hombre de la frutería a mi mamá". "¿Qué le dijo?" -preguntó ansiosamente el celoso señor al tiempo que le entregaba el billete a Pepito. Se lo embolsa el chiquillo y responde: "Le dijo: 'Hoy no tengo ciruelas, señora, pero las manzanas están muy buenas'"... Mientras la ley no permita las candidaturas independientes, la vida pública de México seguirá siendo un ilícito monopolio detentado por los partidos políticos. El derecho constitucional de los ciudadanos a votar y ser votados es conculcado por una viciosa legislación hecha por los partidos a su propia medida y conveniencia, y que en última instancia tiende a la preservación de ventajas económicas. Uno de los principales objetivos de la reforma política, si es que se llega a hacer, deberá consistir forzosamente en la restitución de ese derecho a la ciudadanía, ahora aplastada por el desmesurado poder y los excesivos privilegios de los partidos... Al entrar en el cine donde exhibían una película pornográfica le dice la señora a su marido: "Prométeme, Inepcio, que ahora sí aprenderás algo"... Otro tipo llevó a su novia al autocinema por primera vez. Cuando ya estaban ahí, y la película empezó, le pide el tipo a la muchacha: "Vamos a pasarnos al asiento de atrás, Susiflor". "¿Para qué?" -preguntó la muchacha, suspicaz. Explica el libidinoso sujeto: "Es que si me siento adelante me lloran los ojos"... La madrastra de la Cenicienta, enojadísima, le exigió que le aclarara por qué mostraba una sospechosa inflamación en la cintura. Llorosa, la Cenicienta confesó: "Es que en el baile del Príncipe perdí algo más que el zapatito"... Un hombre compró una vaca, y le pidió al granjero que la sacrificara, y que luego la llevara a su casa -la del comprador- y la sentara en el inodoro o excusado. El hombre se sorprendió: "¿Por qué quiere usted que haga eso?". Responde el individuo: "A todo lo que digo mi esposa responde siempre: 'Ya lo sé, ya lo sé'. Ahora entrará ella en el baño, y luego saldrá gritando: '¡Hay una vaca sentada en el excusado! ¡Hay una vaca sentada en el excusado'. Entonces, por primera vez en la vida, yo seré el que le diga: 'Ya lo sé, ya lo sé'"... En el bar le dice un tipo a otro: "Me he dado cuenta de que tienes mucho éxito con las mujeres, Casanovio. ¿Cómo le haces?". Revela el individuo: "Es que cuando llego a la alcoba de una de mis amigas grito como Tarzan. Eso la excita en tal manera que lo demás resulta fácil". El tipo se encaminó a su casa, feliz con la posesión de aquel preciadísimo secreto. Al entrar en su recámara lanzó el famoso alarido de Tarzan, y después de golpearse el pecho como el hombre mono se lanzó de clavado a la cama. En la oscuridad de la alcoba dijo la señora con pasional acento: "¡Qué emoción! ¡Nomás que sea rapidito, Casanovio, porque ya no tarda en llegar aquél!"... FIN.

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