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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Se casó Simpliciano, joven cándido, ingenuo, pacato y pudibundo. En la noche de bodas no daba traza alguna de disponerse a cumplir el grato débito a que el connubio obliga. Susiflor, su flamante mujercita, aguardaba en el tálamo, anhelosa. Estaba poseída por las inefables y vagarosas ansias que la Naturaleza imbuye en sus criaturas a fin de moverlas a continuar la vida. Simpliciano, ignorante de las realidades del cuerpo, se entretenía viendo un programa de la televisión. Por fin Susiflor se impacientó. Cubierta sólo por vaporoso y flámeo negligé, se levantó del lecho, apagó el televisor, y se le sentó en las piernas al tontaina de su marido. Lo estrechó en ferviente abrazo de urticante pasión incandescente; lo besó con urgencias de voluptuoso amor, y le murmuró al oído con sinuosa voz de invitadora Dalila o Salomé: "¿No recuerdas, amado Simpliciano, aquello de Creced y multiplicaos'?''. "Sí lo recuerdo -contesta el desposado respirando con agitación-. Y creo que ya estoy creciendo''. (No le entendí)... Dos altos lores ingleses estaban charlando en su elegante club. Dice uno: "Creo que mi esposa se propone regalarme un caballo en mi cumpleaños. Ayer encontré una silla de montar abajo de la cama''. "¡Ah! -exclama el otro muy contento-. ¡Entonces la mía me va a regalar un automóvil! ¡Ayer, abajo de la cama, encontré a un mecánico!''... No debemos dejar que las frases nos encadenen. La que acuñó Madero, relativa a la no reelección, correspondía a su tiempo, y a circunstancias muy concretas relacionadas con el largo periodo de gobierno de Porfirio Díaz. En la época moderna la reelección forma parte de la vida democrática, y es un elemento de importancia en su ejercicio, pues permite aprovechar las cualidades y experiencia de quien gobierna bien, o de un buen representante, confirmándolos en sus cargos, y negar el voto a quien no ha estado a la altura de su oficio. Pienso que en tratándose del Presidente de la República, y de los gobernadores, no debe haber ya sexenios, sino cuatrienios, con derecho a una reelección. Así la Nación no tendría que sufrir por mucho tiempo los efectos de un mal presidente, ni los estados los de un mal gobernador, y en cambio podrían beneficiarse alargando la gestión de los que hayan resultado buenos. Desde luego no pretendo imponer mi criterio. ¿Quién soy yo para andar por ahí imponiendo criterios? Corro el riesgo de que después la gente me señale por la calle y diga: "Mira: ése impone criterios". Lo que hago es cumplir mi deber de orientar a la República, y hoy lo hago solicitando a quienes correspondan que estudien el asunto de la reelección, sin sujetar su pensamiento a dogmas del pasado ni a prejuicios que ya debemos superar... Celiberia, madura señorita soltera, llegó corriendo a la casa de Himenia, también célibe otoñal. Le dice muy excitada: "¡Himenia! ¡Anda en el pueblo el rumor de que un hombre te embarazó!''. "No es cierto -suspira Himenia-. Pero gracias de cualquier modo por traerme ese rumor tan bonito''... El hijo de Babalucas salió a su papá. Un día llegó a su casa muy cansado. "Se descompuso la escalera eléctrica en el centro comercial -explica a su progenitor-, y tuve que estar ahí parado hasta que la arreglaron''. Babalucas se indigna: "¿Y por qué no te sentaste, tonto?''... Un tipo traía una cara de sufrimiento indescriptible. Lo encuentra un amigo y le pregunta: "¿Qué te sucedió? Tienes muy mal aspecto''. Contesta el tipo: "'Es que me comí unos huevos rancheros, y siento como si me hubieran dado una patada en el hígado''. "¡Caramba! -exclama el otro-. ¡Qué bueno que no comiste hígado!''... FIN.

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