Entró la señorita Peripalda en la sacristía, y encontró al padre Arsilio muy entretenido en la contemplación de las páginas centrales del Playboy, excelente revista que muchos ven y que muy pocos leen. "¡Pero, padre! -le dice con escándalo!-. ¡Usted, viendo esas cosas pornográficas!". "Hija mía -responde con parsimonia el sacerdote-. No tengo nada contra la pornografía si es presentada con dignidad"... El inspector del tren de pasajeros hizo detener a una parejita, pues sorprendió a los tórtolos haciendo el amor en su asiento, validos de la penumbra del vagón de segunda clase. Al muchacho le fue aplicada una multa por hacer un viaje de primera con un boleto de segunda... Se encontraron dos militares en una calle neoyorquina. Ambos arrastraban el pie derecho al caminar. Le dice uno al otro: "Guerra del Golfo, 20 años atrás". Replica el otro: "20 metros atrás, popó de perro"... El médico le indica a su paciente: "Por la mañana tómese esta pastilla roja con dos vasos de agua. Al mediodía tómese esta pastilla azul con dos vasos de agua. Por la tarde tómese esta pastilla verde con dos vasos de agua. Y por la noche tómese esta pastilla morada con dos vasos de agua". "¡Dios mío! -se angustia el infeliz-. ¡Dígame por favor que tengo, doctor!". Contesta, impasible, el facultativo: "No está tomando usted suficiente agua"... Babalucas iba caminando, triste, por un remoto camino solitario. Se promete a sí mismo: "De hoy en adelante no le diré a una muchacha aquello de: 'Si no me lo das caminarás', a menos que vayamos en mi coche, y no en el de ella"... La señora, apenada, se dirige a la criadita de la casa: "Mary Thorn: no sé cómo decírtelo, pero despides un olor desagradable". "¡No puede ser! -protesta la criadita-. ¡Le aseguro a usted que me lavo todo lo posible!". Sugiere la señora: "En el futuro lávate también lo imposible"... Eran ya las 2 de la mañana. El cantinero, agotado al final de una dura jornada de trabajo, había cerrado apenas el establecimiento cuando escuchó unos leves toques en la puerta. Impaciente fue a abrir, seguro de encontrarse con algún borracho que le pediría la última, pero no vio a nadie. Volvió a cerrar, y de nuevo escuchó que alguien llamaba. Irritado abrió otra vez, y entonces escuchó una tenue vocecita que venía de abajo: "Quiero una cerveza y un tequila". El tabernero volvió la vista al suelo, y quedó estupefacto al ver que quien le hablaba así era una tortuga (del latín medieval "Tartarucha", femenino de "Tartaruchus", uno de los nombres que se daba al diablo). La tortuga era de las más comunes -Terrapene carolina-, lo cual molestó aún más al de la cantina, que le dijo al quelonio con voz áspera: "¡Aquí no servimos a tortugas!". Así diciendo le propinó un formidable puntapié que la lanzó muy lejos, tras de lo cual volvió a cerrar la puerta. Pasó un año. Y cierta noche el hombre, que acababa de cerrar la cantina, oyó unos leves golpes en la puerta. La abrió, y ahí estaba la tortuga. Le pregunta el animalito al tabernero: "¿Qué tiene usted contra las tortugas?"... Hombre y mujer listos: romance. Hombre más listo que la mujer: aventura. Mujer más lista que el hombre: compromiso. Hombre y mujer nada listos: embarazo... En lo más álgido del trance erótico la discípula del gran actor de teatro le pregunta, tímida: "¿Lo puedo tutear, maestro?". "Está bien, muchacha -concede él con ademán munífico-. Pero sólo en estos momentos. Después de terminado el acto inmediatamente deberás volver al usted". (Antes no le pidió el infame que le hablara de vos)... FIN.