La señorita Peripalda, catequista, le preguntó a una niña: "Dime, Rosilita: ¿sabes qué es un falso testimonio?''. "No estoy segura, señorita -respondió la pequeña-, pero creo que es algo que se les levanta a los hombres''... Dos escoceses andaban a la vuelta y vuelta en la puerta giratoria de un hotel. Va un botones hacia ellos. "¿Qué hacen?''. Replica uno de los escoceses con enojo: "¿Qué no puede uno emborracharse a gusto?''... La voluptuosa vedette le dice a una amiga: 'Don Crésido tiene tanto dinero que no sabe cómo gastarlo. Voy a tener que enseñarle algunas formas''... Le informa el paciente a su siquiatra: "Tengo problemas para conciliar el sueño. Me acosan imágenes sexuales''. "¿Por qué no cuenta ovejas?'' -le sugiere el analista. Contesta el otro: "Tan pronto intento hacerlo llegan los borregos''... Los dirigentes de los partidos políticos mayores, y los propietarios de los partidos políticos menores, se erizan cuando escuchan la expresión "candidaturas independientes". Actúan entonces como Bela Lugosi en el papel de Drácula cuando salía el sol: se cubren los ojos, espantados, y buscan aceleradamente la oscura protección de su sarcófago. Y es que para los partidos es anatema el hecho de que un ciudadano pueda ejercer con plenitud sus derechos políticos sin tener que pasar por las horcas caudinas de esas organizaciones que se han adueñado de la vida cívica y política de México. El monopolio detentado por los partidos viola flagrantemente las garantías individuales consagradas en la Constitución, y es atentado grave contra la libertad y el ejercicio democrático. Los mexicanos pensamos que somos hombres y mujeres libres. No lo somos. Al sistema estatista que sufrimos, y que conculca muchas de nuestras libertades, ha de añadirse la atadura que nos sujeta al arbitrio de los partidos políticos, sin cuya venia no podemos aspirar a un cargo de autoridad o de representación. En México pueden más los partidos que los ciudadanos. Urge una reforma política que salga por los fueros de la plena democracia y de la verdadera libertad... El playboy llegó al departamento de la guapa chica y la invitó al ballet. "No puedo -dice la muchacha-. El doctor me ordenó que me quede en casa, porque tengo algo que no recuerdo cómo se llama''. El tenorio, entonces, le dijo que en ese caso se quedaría con ella. Como no había nada bueno en la tele, la pareja hizo el amor cumplidamente. Al despedirse el galán le preguntó la chica qué ballet se presentaba. Responde él: "Las Sílfides''. "¡Ah! -exclama ella-. ¡Así más o menos se llama eso que el doctor dice que tengo!''. (Nota: la bárbara tenía sífilis. Y ahora el tenorio la tenía también)... Aquel bombero era bajito de estatura. "Doctor -le dice al médico-. Cada vez que hay un incendio me queda muy dolorida la parte aquella que le platiqué''. "No sé qué tenga qué ver esa parte con los incendios -responde el médico-. Pero déjeme examinarlo''. Después del examen el médico hace algunas maniobras, y luego le comunica al apagafuegos: "Su problema está resuelto. No volverá a sufrir esa molestia''. En efecto, la molestia desapareció por completo. "¿Qué fue lo que hizo usted, doctor, para curarme?'' -le preguntó después el bombero al acertado galeno. "Poca cosa -respondió él-. Le corté a sus botas un pedazo en la parte de arriba''... Un individuo se dirigió a una chica de la vida alegre y le preguntó el monto de su cuota, arancel, emolumentos, coste, estipendio, compensación, devengo, retribución, tarifa u honorarios. Para ahorrarse todas esas palabras le preguntó sencillamente: "¿Cuánto cobras?". Respondió ella: "2 mil pesos''. "Es muy caro -dijo el tipo-. En los tiempos que corren, yo por mil me dejaría''... FIN.