Un joven se casó con una chica que cuidaba demasiado de su aspecto y se maquillaba con exceso. Alguien le preguntó cómo se sentía estando casado. "No muy bien -respondió él-. Con mi mujer me sucedió lo que con un suéter que compré: se veía mejor en el aparador''... En reunión de familia el hijo mayor les informó muy preocupado a sus papás: "Mi novia está embarazada, pero no tengo la seguridad de que el niño sea mío''. La hermana del muchacho, ahí presente, aprovechó la oportunidad, y manifestó a su vez: "Yo también estoy embarazada, pero tampoco tengo la seguridad de que el niño sea de mi novio''... La esposa le reclamó a su marido: "Ovonio: acordamos que todas las tareas del jardín las haríamos entre los dos. ¿Por qué no has juntado la mitad que te toca de las hojas de los árboles?''. Respondió el grandísimo haragán: "Tu mitad son las hojas que están en el suelo; mi mitad son las que están en los árboles''... Drácula invitó a dos amigos, vampiros también como él, a tomar algo en un bar de Transilvania. El mesero les preguntó: "¿Qué quieren?''. Dijo uno: "A mí me das un vaso de sangre''. Pidió otro: "A mí lo mismo". Dice Drácula: "A mí tráeme un vaso de plasma''. El mesero se dirige al barman y le ordena: "Tres sangres, una light''... Marzo del año 2004, en Nueva York. Aquella helada noche el templo católico de San Francisco Javier, en Manhattan, estaba lleno a su máxima capacidad. Iba a hablar Elizabeth Johnson, controvertida autora cuyo reciente libro, "En verdad nuestra hermana", había causado desasosiego entre la jerarquía. En su obra, Johnson presenta a María, la madre de Jesús, en su aspecto humano, de mujer, y describe el Magnificat (Lucas I, 46-55), hermoso canto de alabanza dicho con el mayor número de palabras que una mujer pronuncia a todo lo largo de la Biblia, como un himno en favor de los oprimidos del mundo. Al final de su disertación una persona del público le preguntó a la conferencista: "Ante la crisis de la Iglesia de hoy; ante los abusos cometidos por sacerdotes contra niños, abusos ocultados por obispos y arzobispos; si María estuviera aquí ¿qué diria?". Johnson respondió: "El Magnificat nos habla con su voz: 'Disipó el orgullo de los soberbios y elevó a los humildes". En efecto: la eterna voz de la mujer surge desde la hondura de los siglos y clama por que se haga justicia a los humillados y ofendidos... Le dice una señora a otra: "Me gustan los hombres que llevan cabellos largos. Se ven muy inteligentes''. "Te diré -responde la otra-. Hace unos días mi marido llevaba un cabello largo en la solapa, y cuando se lo encontré puso cara de tonto''... Terminado el primer trance de apasionado amor el novio sintió deseos de ir al pipisrúm. Inclinándose sobre su flamante mujercita le dice con voz dulce: "¿Me permites un segundo, mi amor?''. Responde ella extasiada: "¡Y un tercero, y un cuarto, y un quinto! ¡Todos los que quieras, vida mía!''... Dos amigas iban a hacer un viaje ecológico por el Amazonas. "Debemos fortalecer nuestro cuerpo -dice una-. Las enfermedades tropicales entran por la parte más débil''. "Caramba -se preocupa la otra-. Tendré que llevar pañal blindado''... A aquella rancherita le decían "La segunda base''. Todo mundo se la robaba... La señora se sorprendió mucho cuando su marido, hombre muy morigerado y amigo de la temperancia, le solicitó que se colocara en cierta posición para hacer el amor. "Pero, Mesurio -le pregunta con asombro-, ¿por qué me pides eso?''. Contesta el esposo: "Recuerda que así nos recomendó el médico que tuviéramos sexo, por el estado de mi corazón''. "Oiste mal -le dice la señora-. Nos aconsejó que hiciéramos el amor a gotas, no a gatas''... FIN.
