El tímido galán le dice ansiosamente a la avispada chica al dejarla en la puerta de su departamento: "Friné, con un sólo beso tuyo me conformaría". "Aquí terminamos -le responde ella con sequedad-. No me gustan los hombres sin ambición"... La señora suegra le dice muy contenta a su yerno: "¡Vengo de las carreras de perros! ¡Gané en tres!". "¡Caramba, suegra! -se preocupa el yerno-. Siéntese usted. Debe venir agotada"... El preso se dirige al celador de la prisión y le dice muy contento: "¡Mi corte de pelo lo quiero con raya en medio!". "¿Qué dices? -responde el otro-. No te entiendo. ¿Qué es eso de que tu corte de pelo lo quieres con raya enmedio?". "Sí, mi jefe -responde el presidiario-. Los compañeros andan diciendo que a la noche todos nos vamos a pelar"... "Dime, Pepito -pregunta la maestra-. ¿Qué quiere decir la palabra 'meticuloso'?". Pepito piensa unos momentos, y luego arriesga la respuesta: "¿Es un supositorio?"... La sabiduría popular afirma que el pecado lleva en sí la penitencia. Eso equivale a decir que la culpa contiene en sí misma su castigo. Como parte de la violencia con que se forjó el país del norte, el uso de las armas se ve como algo cotidiano, y éstas se pueden comprar casi con la misma facilidad con que se compra el pan, o una camisa. Los defensores de las armas consideran que su adquisición y empleo son parte de las libertades básicas que debe tener el ciudadano. Muchas voces piden reglamentar con mayor severidad la venta y uso de armas, pero organizaciones como la NRA -de la cual el actor Charlton Heston fue interesado vocero durante muchos años- defienden hasta el extremo su comercio, seguramente por los cuantiosos intereses económicos que hay en la fabricación y venta de las armas. Sin embargo su fácil adquisición hizo que delincuentes mexicanos pudieran adquirirlas, y ahora la violencia que el uso de esas armas ha creado es amenaza para la faja fronteriza norteamericana, y ha hecho que el comercio en esa importante región haya disminuido considerablemente. Lo dicho: en el pecado está la penitencia... Aquel día el mar había estado particularmente agitado, y el barco que hacía el crucero turístico se mecía sin cesar sobre las encrespadas olas. Un camarero iba por la cubierta llevando una charola con un plato de sopa de verduras. En eso el barco dio un bandazo, y el mesero derramó la sopa en el pecho de un señor que dormía profundamente en su sillón de cubierta. Con premura el mesero escondió la charola y el plato, y luego, moviendo al señor para despertarlo, le dice con voz de profunda compasión: "Espero que ya se sienta un poco mejor, caballero"... "Me acuso, padre -dice la muchacha en el confesionario-, de que veo muchas telenovelas". "No te mortifiques -la tranquiliza el sacerdote-. Ese no es pecado grave". "Pero es que las telenovelas determinan muchos aspectos de mi vida" -insiste ella. "Procura entonces no ver tantas -recomienda el confesor-. ¿Qué otros pecados tienes?". "Estuve anoche con mi novio en su departamento" -dice ella. "¿Y qué sucedió?" -pregunta con interés el padre. "Me tomó la mano" -dice la muchacha. "¿Y qué más?" -inquiere el sacerdote. "Me abrazó" -dice la chica. "¿Y qué más?" -quiere saber el confesor, con interés creciente. "Me besó" -cuenta ella. "¿Y qué más?" -pregunta el padre ansiosamente. "Apagó la luz" -dice la chica. "¿Y qué más?" -insiste el confesor ya sin poder ocultar su ansiedad. Y dice entonces la muchacha levantándose: "Continuará en el próximo capítulo"... FIN.