El padre Arsilio amonestaba a su joven vicario, el padre Incapaz. (Le dicen así porque las hinca y ¡paz!). "Hijo mío -lo reprendió con tono paternal-. El pecado es algo muy feo. Constituye una grave ofensa a Dios; es un abuso de la libertad del hombre, y pone en riesgo la salvación del alma". "No hable tan mal del pecado, padre -replica el Incapaz-. Seamos sinceros: de no ser por el pecado ¿cómo nos ganaríamos la vida usted y yo?"... El experto en asuntos de sexualidad dijo en su conferencia que algunos hombres (el 99.99 por ciento) al terminar de hacer el amor le dan la espalda a su mujer y se duermen. Eso está muy mal, sentenció. (Y yo no lo discuto, pero el ronquido postcoital tiene una explicación científica. Después del orgasmo, tanto el hombre como la mujer liberan cuatro sustancias químicas: oxitocina, prolactina, endorfinas y la llamada GABA: ácido gama-amino-butírico. Eso produce una sensación de somnolencia, relajación y saciedad. Lo mismo en el varón que en la mujer se da ese efecto, pero es más notable en el hombre porque éste llega al orgasmo con mayor frecuencia. Además el esfuerzo de realizar el acto causa una disminución del glicógeno, elemento productor de energía. Por ser la masa corporal del hombre más grande que la de la mujer, su sensación de fatiga es más intensa, y eso lo lleva a caer dormido. Decía una señora hablando del buen sueño de su esposo: "Mi marido se duerme en el acto". "Eres afortunada -le dijo otra-. El mío se duerme antes del acto". Todo esto lo aprendí leyendo a Mark Leyner y Billy Goldberg, M.D., autores del celebrado libro "Why do men have nipples?". Recorten mis lectores del sexo masculino la anterior explicación, y léanla a su pareja cuando les eche en cara sus ronquidos postcoitales). Pero me alejé del relato. El conferencista se dirige a un señor del público y le pregunta: ¿Usted le habla a su esposa después de hacer el sexo?". "Claro que le hablo -responde el señor-. Por el celular"... Dos cabras entraron en un estudio cinematográfico. Encontraron un rollo de película, y se lo comieron todo. Le pregunta una cabra a la otra: "¿Qué te pareció?". Contesta la otra: "Para ser sincera, me gustó más el libro"... Llegó Babalucas con el médico. Le dice éste: "¿Cuál es el problema?". "¡Joder! -exclama muy enojado el badulaque-. Le estoy pagando 600 pesos por la consulta ¿y quiere que yo mismo haga el diagnóstico?"... Pepito lanzó un grito. Su mamá acudió corriendo. "¿Por qué gritaste?". Responde el chiquillo: "Mi hermanita me tiró de los cabellos". Le dice la señora: "Es que no sabe que eso duele". Poco después la que rompió a llorar fue la pequeña. "¿Qué pasó?" -le pregunta la mamá a Pepito. Responde él: "Ahora ya sabe que eso duele"... Hubo una boda, y la fiesta terminó en un pleito descomunal. Llegó la policía, y cargó con todos los invitados a la cárcel. Al día siguiente los pleitistas fueron llevados ante el juez. Inquiere su señoría: "¿Qué sucedió?". Se levanta uno de los pleitistas y declara: "Señor juez: yo fui el padrino del novio en esa boda. En nuestro pueblo se usa que el padrino del novio baila con la novia la primera pieza. Yo, lo confieso, andaba algo tomado, de modo que no sólo bailé con ella la primera pieza, sino también la segunda, y la tercera. Me disponía ya a bailar la cuarta, pues la muchacha y yo andábamos muy a gusto, cuando llegó el novio muy enojado y le dio a la novia una fuerte patada entre las piernas". "¡Qué barbaridad! -exclama el juzgador-. ¡Eso debe haberle dolido tremendamente a la pobre muchacha!". "Olvídese de la muchacha, señor juez -dice el padrino-. ¡A mí la patada me quebró tres dedos!"... FIN.