"¡Yo no soy un Demóstenes!". Así empezó el candidato su discurso. De entre la plebe surgió un grito: "¡Sí has de ser, cabrón, nomás que te haces pendejo!". Luego los acontecimientos se precipitaron. En aquella comarca el visitante no gozaba de muchas simpatías, pues una vez fue alcalde, y prometió que al término de su gestión cada poste del pueblo tendría foco. No puso focos, pero quitó postes. Además entró a saco en las arcas municipales. Cuando salió del cargo, el edil que sería su sucesor le dijo con tono de reproche: "Abrí la caja de la tesorería, y hallé en ella una moneda de 10 pesos". "¿Cómo es posible? -se preocupó el saliente-. Sería que no la vi". Así las cosas, cuando el candidato llegó al pueblo la gente estaba predispuesta en contra suya. Si lo dejaron subir al templete desde donde hablaría fue sólo para tenerlo como fácil blanco de su igniscente furia. Lo bombardearon con huevos podridos; le lanzaron tomates en descomposición; le arrojaron un variado surtido de desechos orgánicos e inorgánicos del tianguis lugareño. Luego todos los habitantes de la cabecera municipal le mentaron a coro la mamá, tras de lo cual lo tundieron competentemente con una exhaustiva colección de guantadas, mamporros, trompadas, puñetazos, bofetadas, moquetes y patadas. Por último lo encueraron junto con su secretario -el licenciado Papelitos-, y luego de untarlo profusamente con betún de Judea, o sea chapopote (del náhuatl "tzauctli", pegamento, y "popochtli, perfume), lo cubrieron de la cabeza a los pies con plumas de gallina rodáila, tras de lo cual lo echaron a puntapiés del pueblo. De milagro salvó la vida el infeliz. Caminando penosamente, pues el vehículo en que llegó fue apedreado, volcado e incendiado por la furiosa multitud, el candidato le dice muy pensativo a su asistente: "Creo que este distrito tendremos que ponerlo entre los dudosos"... Así, dudosos, son para el PAN los resultados de casi todos los procesos electorales en que este año participará. La verdad es que el partido blanquiazul no las tiene ahora todas consigo. Me causa pena decir eso, pues creo que siempre debe haber un equilibrio electoral que permita la competencia partidista, pero su desunión y desaciertos, junto con la falta de resultados de los gobiernos panistas, han llevado a Acción Nacional al estado de postración en que lo vemos hoy. La siguiente película que deberemos ver se llama "El PRI cabalga de nuevo"... Lady Godiva, ya se sabe, fue obligada por un hombre injusto y poderoso a cabalgar desnuda por las calles del pueblo. La gente, que odiaba al ruin cacique y adoraba a Lady Godiva, se encerró en sus casas y cerró las ventanas para no verla, y que el pudor de la virtuosa dama no sufriera. Cuando finalmente Lady Godiva llegó al palacio en que vivía, su marido le preguntó hecho una furia: "¿En dónde andabas, zorra? ¡El caballo llegó hace tres horas!"... Doña Panoplia se dirige a las señoras del Club de Damas y les informa: "Nuestra conferencista de esta tarde nos dirá algo, no todo, de lo que le hicieron los hotentotes cuando fue misionera protestante en África"... Preocupado, el médico le comenta al marido de su paciente: "No me gusta nada el aspecto de su esposa". "A mí tampoco, doctor -responde el tipo-, pero ¿qué quiere que haga? Tengo que seguir con ella, por los hijos"... Afrodisio Pitongo, galán proclive a la concupiscencia de la carne, le dice a un amigo: "Ayer fue mi día de suerte. Le estaba haciendo el amor a una dama cuando de pronto se desprendió del techo el pesado candil de metal, y me cayó en las pompis". Le pregunta el amigo, sorprendido: "¿Y a eso llamas andar de suerte?". "Sí -confirma Pitongo-. Si el candil se hubiera desprendido un minuto antes, me habría caído en la cabeza". (No le entendí)... FIN.