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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

No sé absolutamente nada de futbol. Esto que digo no lo digo por vana presunción o por jactancia, sino porque así es. Admito mi supina ignorancia en todo lo que atañe a ése que los cronistas de futbol llaman "El juego del hombre". (Entre paréntesis, conozco un juego del hombre bastante más entretenido que el futbol). Alcanzo a entender, sin embargo, que Sudáfrica ganó empatando, y que México, empatando, perdió. Lo decían los rostros jubilosos de los sudafricanos al final del juego, y la expresión, entre enojada y cariacontecida, de los aztecas que se encontraban ahí. Habrá que esperar entonces al siguiente juego a ver cómo nos va. Raras veces los mexicanos hacemos bien las cosas la primera vez. (Por eso existen los frijoles refritos). Pienso que el desempeño de nuestros jugadores será mejor en los próximos partidos. Pero, como dije arriba, no sé absolutamente nada de futbol... Es conveniente ahora hablar de cosas menos estresantes, para poner sosiego en el conturbado ánimo de la República. A eso tienden los siguientes cuentecillos... Cuando llegó a los 40 años aquel hombre experimentó un fenómeno inquietante: la parte correspondiente a la entrepierna le creció hasta tocar el suelo. Acompañado por su esposa el alarmado sujeto fue a ver a un médico. Dijo el facultativo: "Esto se puede arreglar con una operación quirúrgica". Preguntó la señora: "Y ¿cuánto tiempo va a usar muletas mi marido?". "¿Muletas? -se desconcertó el doctor-. ¿Por qué muletas?". Responde la señora: "La operación es para alargarle las piernas ¿no?"... El dietista le dice a su obeso paciente: "Y podrá comer todo lo que le gusta. Aquí tiene una lista de lo que deberá gustarle"... La maestra les pidió a los niños que escribieran frases en que la palabra "bonito" apareciera por dos veces. Juanito leyó: "El día amaneció muy bonito, y salí a mi bonito jardín". Leyó Rosilita: "Mi abuelito, que es un bonito señor, me contó un cuento muy bonito". Y Pepito leyó. "Mi hermana soltera salió embarazada, y mi papá le dijo: 'Qué bonito, ¿eh?, qué bonito'"... Aquel tipo llegó a la oficina. Le dice uno de sus compañeros: "Traes los labios negros. ¿Qué te sucedió?". Responde el individuo: "Mi suegra estuvo de visita seis meses en mi casa. Hoy la fui a dejar a la estación del ferrocarril. Y cuando el tren echó a andar le di un gran beso a la locomotora"... La señora le comunica al abogado: "Quiero divorciarme de mi esposo". Inquiere el jurisperito: "¿Por qué causa?". "Adulterio -replica la mujer-. Estoy segura de que mi marido no es el padre de nuestro último hijo"... Empédocles Etílez, ebrio consuetudinario, se resistía a ir de parranda otra vez con su eterno compañero de cantina, Astatrasio Garrajarra. Le explicó: "Cuando me emborracho y llego a casa, mi esposa abre la puerta, se da cuenta de que vengo briago, y entonces me la cierra en las narices, y debo pasar la noche afuera". "Lo mismo hacía mi mujer -responde Garrajarra-, pero se me ocurrió una idea. Antes de tocar la puerta me desnudaba totalmente. Cuando mi esposa abría yo arrojaba mis ropas hacia adentro. Entonces ella, temerosa del escándalo, me dejaba entrar". Empédocles celebró la ocurrencia, y le dijo a Astatrasio que esa misma noche la pondría en práctica. Al día siguiente éste le preguntó a su amigo cómo le había ido con el truco. "No pudo irme peor -responde Etílez-. Al llegar me desnudé. Cuando se abrió la puerta eché adentro la ropa y me metí. Luego escuché una voz que decía. 'Siguiente estación: Chapultepec"... FIN.

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