Mary Thorn, la joven y linda criadita de la casa, estaba hablando consigo misma en alta voz. Se preguntaba: "¿Qué soy yo? ¿Soy un radio o un televisor? ¿Soy plancha, lavadora, secadora o refrigerador?". La señora escuchó aquello, y le preguntó intrigada: "¿Por qué estás diciendo tales cosas, Mary Thorn? ¿Por qué preguntas si eres radio o televisor; plancha, lavadora, secadora o refrigerador?". Responde la candorosa joven: "Es que el señor me dijo que hoy en la noche, cuando usted ya esté dormida, me va a enchufar". (Procaz lenguaje el suyo, señor mío. Hay otros modos de decir las cosas)... Doña Jodoncia iba por la calle cuando escuchó en la esquina la conversación de dos señores. Uno de ellos tenía una gran panza prominente. Le pregunta el otro: "¿Qué estás haciendo aquí?''. Responde el de la panza: "Espero unos cuates''. "¿Cuates? -se burla doña Jodoncia mirándole la panza-. Serán triates''... En la peluquería el señor Fíguerez, maestro peluquero, charlaba con su cliente de turno. El tema era el dinero. Comenta el parroquiano: "Bill Gates es el hombre más rico del planeta. Su fortuna se estima en más de 2 mil billones de dólares". Dice el barbero: "Con esa misma cantidad yo sería más rico que él". "Perdone usted, maestro -lo corrige el otro-. Con ese dinero usted sería igual de rico que él, pero no más rico". Replica el maistro Fíguerez: "Él no tiene peluquería"... Comparto con mis cuatro lectores el siguiente texto, que publiqué hace tiempo: "Cuando el Señor creó a Adán le dio un edén para que viviera en él. Puso en ese paraíso todas las bellezas, de modo que el hombre deleitara sus sentidos y no cayera en la insana tentación de conocer el mundo. Levantó Jehová un alto muro. Quería que sus criaturas no vieran otra cosa más que el huerto que para ellas había creado. Pero he aquí que una bestezuela, curiosa entre todos los animales del Señor, estiró la cabeza para asomarse. Más y más la estiró. Ansiaba conocer lo que ocultaba el muro. Por fin logró asomar la cabeza por encima de la tapia. Pero tanto se esforzó que el pescuezo se le hizo largo, largo. No sabremos jamás lo que ella vio. El Señor, temeroso de que dijera a las demás criaturas lo que había mirado, le quitó la voz. Y así la jirafa quedó para siempre muda y cuellilarga". El mismo día que publiqué ese "Mirador" recibí una llamada telefónica de alguien a quien mi columna le había gustado. "Es un bello texto -me comentó-, y dice muchas cosas". El que llamaba era Carlos Monsiváis. Hoy le dedico este recuerdo... En el convento las monjitas estaban en la cocina partiendo papas, cebollas y otros recaudos para el condumio de ese día. De pronto dice una: "Necesito un curita". "No hay, hermana -responde la encargada de la cocina-. Póngase usted una telita de cebolla en la cortada". Replica la otra: "¿Quién habló de cortarse?... La señora era partidaria de los métodos naturales. Ese día criticaba desfavorablemente a una joven madre que alimentaba a su bebé con biberón. "A los niños hay que darles el pecho -sostenía-, pues es la única manera de conseguir que crezcan sanos y bien alimentados". "No opino lo mismo -interviene en eso otra señora- Mi hijo de 30 años es alto, fuerte y bien constituido, y jamás probó un seno de mujer sino hasta el día en que se casó"... Una mujer le dice a su vecino: "Perdone que me meta en lo que no me importa, pero ayer vi a su esposa besándose con un hombre en el jardín de su propia casa". Pregunta el señor: "El hombre ése ¿era un tipo alto, moreno, de pelo rizado y con bigote?". "En efecto" -confirma la vecina. Y dice entonces el señor: "Es el jardinero. Ése agarra hasta puñaladas"... FIN.
