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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Donotello sentía celos de su esposa. Extraño sentimiento es ése, el de los celos. Todos los sentimientos son extraños, ciertamente -¿puede haber cosa más rara que el amor?-, pero los celos son todavía más inexplicables. Un hombre que no ha tocado a su mujer en 20 años mataría quizá a quien la tocara. A muchas esposas no les interesa lo que dice su marido, a menos que se lo esté diciendo a otra. Yo hice una frase: "Los celos son espina en la rosa del amor". Nunca la uso, sin embargo, por miedo de que la gente piense que yo la hice. Mas me estoy apartando del relato. Donotello, como dije, sentía celos de su esposa. Un día llegó a su casa cuando no era esperado, y encontró a la señora en la alcoba conyugal, presa de singular agitación. Respiraba en forma acelerada; tenía el rostro encendido y la frente perlada de sudor. Muy a las claras se veía que no le estaba rezando una novena a San Antonio. Además se hallaba completamente en peletier, vale decir desnuda, y ninguna mujer reza sin ropa una novena a San Antonio, ejemplo de castidad y de pureza, a menos que quiera ponerlo otra vez en una de aquellas tentaciones de la carne que tanto afligían al piadosísimo varón. De nueva cuenta invadió a Donotello la torva inquietud causada por los celos. Bufó lleno de cólera: "¿Dónde está tu amante?". "¿Cuál amante? -respondió la señora con simulada indiferencia, como la Duse en el acto final de "La Gioconda", de D'Annunzio, obra que el italiano dedicó "A Eleonora, la de las bellas manos"-. Si tuviera un amante no sufriría esa melancolía estupurosa que padezco por causa del abandono que haces de tus deberes maritales". "¿Ahora me culpas de tus extravíos? -clamó con ira Donotello-. ¡Voy a encontrar a tu abarraganado, zorra infame, y le daré el castigo que merece!". Al decir eso tomó una estatua de Robespierre, hecha de bronce, y esgrimiéndola como arma contundente se aplicó a la búsqueda del ruin galanteador. Abrió el clóset; revisó abajo de la cama; miró tras las cortinas. Todo en vano. Lo único que halló fue un llavero de un dólar que traía perdido desde hacía semanas, regalo de un compadre suyo que viajó a Las Vegas. De pronto, sin embargo, tuvo una inspiración. Subió a la azotea, y ¿qué vio ahí? ¡A un sujeto escondido tras de la antena parabólica! Fue hacia él para tundirlo con el Robespierre, pero su esposa, que había subido también a la azotea, lo detuvo con grito desgarrado. "¡No le hagas nada a ese hombre! ¡Es inocente!". "Si lo es -preguntó furioso Donotello- ¿qué hace tras de la antena parabólica?". "Lo contraté de vigilante -explica la mujer-. Está cuidando que nadie se robe la señal". (Nota: ignoro si Donotello admitió esa explicación. A mí me parece difícil de creer)... Los analistas, politólogos y líderes de opinión en general consideran que las elecciones del próximo domingo 4 de julio serán un fiel termómetro para medir el talante político de la Nación, de cara a la elección presidencial del 2012. Yo, que no soy analista, politólogo ni líder de opinión en general, pienso que las elecciones del próximo domingo 4 de julio serán, es cierto, un fiel termómetro para medir el talante político de la Nación, pero sólo el talante correspondiente a ese domingo 4 de julio. En efecto, muchas cosas pueden suceder de aquí a dos años. El talante nacional es muy variable, y cualquier acontecimiento puede hacerlo cambiar de la noche a la mañana. (O de la mañana a la noche; tampoco eso se debe descartar). Nadie adelante vísperas entonces. Nada hay cierto en esa continua incertidumbre, la política... FIN.

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