Un porteño comentó ayer en Buenos Aires: "Es cierto: Alemania 4, Argentina 0. Pero ¿a poco no fue un cerazo?"... La esposa de don Languidio vio a un niñito que lloraba desconsoladamente. Fue hacia él, solícita. "¿Por qué lloras, buen niño?". El pequeño respondió entre lágrimas: "Tenía un pajarito, y se me murió". Le dice la señora: "Voy a traer a mi marido. Ustedes dos tienen algo en común, y podrán consolarse mutuamente"... Dos tipos platicaban en el bar. Uno de ellos le pregunta al otro: "Si en este momento supieras que te quedaba sólo una hora de vida ¿qué harías?". Contesta el otro sin dudar: "Me soltaría haciéndole el amor a todo lo que se moviera. Y tú ¿qué harías?". Contesta el primero muy apurado: "Me quedaría quietecito"... Doña Panoplia, dama de sociedad, estaba dando consejos a su hija en edad de merecer. Le dice: "No te cases por dinero. Eso sí: no te divorcies más que por dinero"... El papá de Pepito hizo su solicitud para ingresar como agente de la policía. El encargado del examen de admisión le pregunta: "¿Qué haría usted si tuviera que arrestar a su propio hijo?". Responde el papá de Pepito: "Llamaría refuerzos"... Simpliciano, joven sin mucho mundo, casó con Pirulina, que tenía muchos kilómetros de vida recorridos. Al empezar la noche de bodas el candoroso novio le habló con gran solemnidad a su flamante mujercita. "Dime, Pirulina: ¿soy yo el primer hombre con quien haces esto?". Replica ella, impaciente: "¡Carajo! ¿Por qué todos los hombres preguntan lo mismo?"... Doña Chalina era la mujer más chismosa del pueblo. El chisme, ya se sabe, es como las alcachofas: algo feo, pero muy sabroso. Chismear es un placer culpable. Precisamente es la culpa lo que hace que sea un placer. La gente tiene la mala costumbre de decir a espaldas de uno cosas que son absolutamente ciertas. De cada 10 personas que hablen de ti, 9 dirán algo malo. Y la otra dirá algo bueno, pero lo dirá mal. En una carta fechada en Londres en enero del 76, Sylvia Townsend le escribió a una amiga: "¿Conoces algún buen chisme acerca de la señora Thatcher? De poco servirá sugerir que tiene relaciones antinaturales con Barbara Castle. Será mejor decir algo que socialmente le cause mayor daño; por ejemplo, que come espárragos con cuchillo y tenedor, o que sirve en su mesa puré de papas instantáneo". Con frecuencia el padre Arsilio reprendía a doña Chalina por su afición al cotilleo. Un día le dijo: "No andes por ahí contando chismes". "Pero, padre -se defendió la chinchorrera-. ¿Qué otra cosa se puede hacer con ellos?". Veo, sin embargo, que me estoy apartando del relato. El marido de doña Chalina quiso ver si su esposa era capaz de guardar un secreto. Le dijo una mañana: "Ahora que fui al baño me salió por el orificio excretorio una urraca, y se fue volando". "¡Haiga cosas! -exclamó doña Chalina con ojos muy abiertos-. Extraño signo es ése, y misterioso. ¿Se irá a acabar el mundo?". "Es muy probable -replicó el señor-, a juzgar por las cosas que en estos últimos días hemos visto. Lo que te encargo es que a nadie le cuentes lo que me sucedió. Ya sé que te gusta mucho el chisme, pero sólo a ti te he dicho esto, y de ninguna manera quiero que se sepa". Doña Chalina juró y perjuró que guardaría el secreto. "Por ésta -dijo haciendo con los dedos la señal de la cruz y besándola devotamente-. Primero me llevará el chamuco que contarle a alguien lo que te sucedió". Tras decir eso se terció el chal y salió apresuradamente de la casa. Le dijo a su marido que iba a la junta de las Adoratrices. Esa misma noche el señor fue a tomarse una cervecita en la cantina del pueblo. Entró, y todos los parroquianos se le quedaron viendo. Le dice el tabernero: "Oye ¿cómo está eso de que hoy en la mañana fuiste al baño y te salieron por el orificio excretorio 20 urracas?"... FIN.