Boborronga, la esposa de Babalucas, era tan tonta como él. Varios años llevaban de casados, y no habían logrado concretar su sueño de tener un hijo. Fueron con un médico especializado en problemas de la fertilidad. Le dice Boborronga: “Doctor, no hemos logrado ser papás. Nuestros amigos piensan que eso se debe a que los dos somos muy tontos”. “No hagan caso replica el facultativo-. El embarazo obedece casi siempre a circunstancias de momento. ¿Cada cuándo hacen ustedes el sexo?”. Y preguntan los dos al mismo tiempo: “¿El qué?”... Hay dos frases consagradas. Dice una: “El perro es el mejor amigo del hombre”. La otra dice: “Los diamantes son el mejor amigo de una chica”. Ahora díganme ustedes: ¿cuál es el sexo tonto?... Me alegraron las derrotas del PRI en Puebla y en Oaxaca. Son un castigo a la conducta ilegal y prepotente de los gobernadores priistas que padecieron esos dos estados. Me alegró el triunfo del PRI en Zacatecas. Esa victoria evita la instauración de un cacicazgo perredista que habría dañado mucho a la entidad. Me entristeció la derrota de Xóchitl Gálvez en Hidalgo. Mujer valiosa es ella, y habría hecho un buen gobierno en beneficio sobre todo de los necesitados. La alianza PAN-PRD, reprobable desde el punto de vista del purismo político, probó ser eficaz en lo pragmático. Ahora sabemos que los dos partidos podrían enfrentar juntos al PRI en la elección presidencial del 2012, y aun hacerlo con posibilidades de victoria. El candidato de esa coalición, sin embargo, tendría que ser de izquierda. Y no podrían serlo ni López Obrador ni Ebrard. Se necesitaría para eso una figura del tipo de Juan Ramón de la Fuente, o José Woldenberg. Desde luego todo esto es especulación. Pero ¿acaso hay en la política algo que no sea especulación?... Dos pilotos de línea comercial perdieron la vida en el mismo accidente, y se vieron en la presencia de San Pedro. El apóstol, tras revisar sus expedientes, les comunicó: “Veo aquí que ambos llevaron una vida licenciosa, de disipación, libertinaje y crápula. No pueden entrar, pues, en el Cielo. Su destino fatal es el Infierno”. (Nota: escribo también Infierno con mayúscula por razones de equidad, y para evitar reclamaciones). Se dirigieron los dos pilotos al averno, pues, y luego de una espera más larga que las que ellos imponían a sus pasajeros fueron al fin recibidos por Satán. Igual que hizo el apóstol, revisó el diablo los palmarés de los pilotos, y les dijo: “Al parecer no se portaron ustedes tan del todo mal. Leo aquí que tienen derecho a escoger uno de los tres castigos que les mostraré”. Los condujo a lo más hondo del averno, y les mostró el primer tormento. En una oscura sala una caterva de demonios punzaban con agudísimos tridentes las carnes de los pilotos que ahí estaban. Al sentir aquella cruel tortura los infelices lanzaban terribles ayes de dolor. “Éste no” -dijeron al unísono los recién llegados. Satanás les enseñó el segundo tormento. En otro salón igualmente lóbrego una legión de diablos iracundos arrojaban peroles con plomo derretido a los pilotos que estaban condenados a pasar la eternidad ahí. Los desdichados prorrumpían en espantosos ululatos al recibir el igniscente líquido. “Aquí tampoco” -exclamaron con temblorosa voz los aviadores. Siguieron el camino, y pasaron frente a una sala llena de luces de neón y música de rock. En ese lugar un grupo de lindas chicas uniformadas hacían el amor con los pilotos que se encontraban ahí, y los halagaban con toda suerte de prácticas eróticas. “¡Aquí queremos estar!” -exclamaron, al unísono otra vez, los dos pilotos. “Lo siento mucho -les dice Satanás-. Ése es el infierno de las aeromozas”... FIN.