Don Frustracio les contó a sus amigos: “Desde que nos
casamos mi esposa se unta el cuerpo todas las noches
con un aceite para lubricar la piel”. Le pregunta uno:
“Y eso ¿ha traído algún efecto?”. “Sí -contesta don
Frustracio-. No hemos tenido familia”. Inquiere el
otro, extrañado: “¿Qué tiene qué ver el aceito lubricante
de la piel con la falta de familia?”. Explica don
Frustracio: “Cada vez que me le subo a mi esposa, me
resbalo”... Babalucas, el tonto más grande del condado,
fue nombrado juez de barrio. En su primer día de
actuación el gendarme del pueblo le presentó a un sujeto.
“Lo detuvimos porque tiene dos esposas’’ -le dice
el jenízaro al flamante juzgador. “¡Ah! -ruge Babalucas
encarándose con el acusado-. ¿Conque muégano?’’.
(Acotación: al hombre que tiene dos esposas no se le
llama muégano; se le llama bígamo. Tener tres mujeres
es trigamia. Tener dos es bigamia. Y tener una sola
es muy monótono)... Pepito tenía 3 años, y andaba
encueradito en el jardín de su casa. También sin nada
encima andaba Rosilita, la hija de los vecinos, de la
misma edad de Pepito. Los dos jugaban juntos, sin ninguna
malicia, como Adán y Eva antes de perder la inocencia.
(Después de perderla, nuestros primeros padres
aprendieron a jugar mejor). Llegó la abuelita de
Pepito, y se sorprendió al verlo sin ninguna ropa. “¿No
te da vergüenza?’’ -le dice muy escandalizada-. Lo metió
a la casa y le puso un calzoncito. Pepito regresó con
la niña. “¿Qué es eso?’’ -pregunta Rosilita señalando
la prenda que Pepito llevaba. “No sé -responde él-.
Creo que es algo para que me dé vergüenza’’... De no
haber sido por la Presa Rompepicos, construida casi
en su totalidad e inaugurada en el sexenio de Natividad
González Parás, Monterrey habría sido otra Nueva
Orléans. Esa presa, en efecto, contuvo algo así como
el 60 por ciento del caudal que llevaba la cuenca
que desemboca directamente en la capital de Nuevo
León. Igualmente las redes de drenaje pluvial y colectores
que recogen las aguas en la ciudad y evitan que
vayan por las calles, obras hechas en ese mismo sexenio
con un costo aún mayor que el de Rompepicos, evitaron
que fuera inmensamente mayor el número de
las colonias afectadas. Desde luego todas esas obras
no se ven, y no son por tanto reconocidas, pero no cabe
duda que sirvieron de mucho en esta grave contingencia.
Otra presa -si no es que dos- del mismo tipo
que la de Rompepicos, y más obras urbanas semejantes
a las que se hicieron en tiempos del anterior gobernador,
beneficiarían grandemente aMonterrey, que en
un siglo ha sufrido ya cuatro inundaciones de efectos
graves. Luego de los daños que causaron, esas catástrofes
han sido ocasión para que los laboriosos regiomontanos
pusieran en ejercicio su fortaleza y capacidad
de recuperación... El joven empleado le pidió a su
patrón que le permitiera faltar el siguiente día. Le dijo
que su esposa iba a tener bebé. “¡Felicidades! -lo
congratuló el señor-. ¡Claro que puedes tomarte el día!
Y ¿qué va ser el bebé? ¿Niño o niña?”. Responde el muchacho:
“Es demasiado pronto aún para saberlo. Tardará
todavía unos nueve meses”... “Doctor -le dijo un
tipo al médico-. Se me olvidan las cosas. ¿Qué debo hacer?”.
Respondió el facultativo sin dudar: “Pagarme
por adelantado”... Pirulina, muchacha de amplio criterio
y generosidad más amplia todavía, decidió cambiar
de vida y volver a la senda de la virtud y el bien.
Convenció a una amiga, y las dos asistieron a un retiro
espiritual que duraría una semana. Al sexto día comentó
Pirulina: “Mis piernas ya han de estar aburridas
una de otra. Jamás habían estado juntas tanto
tiempo’’... FIN.