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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Astasio le avisó a su esposa que esa noche llegaría tarde a la casa, pues tenía mucho trabajo en la oficina. Por fortuna -o por desgracia, quién lo sabe- despachó pronto los pendientes, y encaminó sus pasos hacia el domicilio conyugal. Cuando llegó -¡oh sorpresa!- halló a su mujer en brazos de un desconocido. Fue don Astasio a buscar la libretita donde solía anotar dicterios para decírselos a su mujer en tales casos, y volvió con un adjetivo que había encontrado en la comedia "El amigo Melquiades", obra del español Carlos Arniches. (Ya se ve que el señor andaba un poco atrasado en sus lecturas, pero es que, como dije antes, tenía mucho trabajo; no había podido llegar aún a Saramago, recientemente fallecido). Volvió a la alcoba don Astasio, y le gritó a su cónyuge: "¡Pendón!". "Tú tienes la culpa -replica la mujer-. Si dices que vas a llegar tarde, llega tarde"... Doña Macalota se esforzaba en enseñarle al gato a que le trajera sus pantuflas. "No gastes tu tiempo, mami -le dice su hija-. Jamás podrás enseñar al gato a obedecer". "¡Uh! -contesta la señora-. ¡Tú papá era más difícil, y míralo ahora!"... El señor llegó a su casa y encontró a su esposa sollozando frente al televisor. "¿Qué te sucede Burcelaga?" -le preguntó inquieto-. "Estoy viendo mi telenovela -responde la señora-. A Clorilia se le murió su bebé; el marido de Frumenciana la dejó; Leovigildo se quedó sin trabajo y no tiene para las medicinas de su madre enferma; Belonio se suicidó; Pasmania pereció en un accidente; el hijo de Bardolia resultó drogadicto, y el papá de Pincena, joven paralítica, fue a la cárcel acusado injustamente por un delito que no cometió". "Caray -se consterna el señor-. ¿Pues qué telenovela es ésa?" Responde la señora entre sus lágrimas: "Se llama 'Felicidad'"... El Gobierno Federal debe volver los ojos a Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. Los tres estados han sufrido los graves efectos de las recientes lluvias; muchas de sus comunidades están bajo las aguas o anegadas por ellas; por millares sus habitantes se cuentan entre los damnificados por esta gran catástrofe, y necesitan con urgencia alimentos, agua, medicinas, ropa. Las labores de reconstrucción requerirán miles de millones de pesos, lo mismo que la realización de obras indispensables para que un desastre así no vuelva a repetirse. Con sus propios medios esas entidades no pueden hacer frente a tales erogaciones. La Federación ha de acudir en su auxilio, y hacerlo con eficacia y prontitud. Aquí no caben regateos, suspicacias personales ni politiquerías. Coahuilenses, nuevoleoneses y tamaulipecos son mexicanos por igual, y el Gobierno central debe apoyarlos... El joven médico veterinario era especialista en inseminación artificial. Un granjero lo llamó por teléfono: quería que fuera a su establo a inseminar una vaca muy fina que tenía. El veterinario le dijo que sólo podía ir en tal fecha, y a tal hora. "No estaré en la granja ese día -le informa el granjero-. Saldré de viaje con mi esposa. Pero mi madre lo atenderá. ¿Necesita algo en particular?". Le pidió el veterinario: "Nada más ponga un clavo en el pesebre donde la vaca acostumbra comer. Es para colgar el equipo, y que no se maltrate si lo pongo en el suelo". El día acordado llegó el veterinario a la granja. En efecto, lo recibió la madre del granjero. Pero lo recibió friamente, con una mirada de desprecio; y luego, sin hablar, lo condujo al establo. "Esa es la vaca que va usted a inseminar -le dice con gesto hosco-. Yo me retiro. Ahí está el clavo que pidió. Supongo que es para colgar su ropa"... FIN.

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