Don Poseidón entró en la sala donde estaba su joven hija con el novio. Quién sabe qué vería don Poseidón, el caso es que le pregunta al galancete: "¿Puedo ofrecerte algo, Heréctor? ¿Un sándwich? ¿Un refresco? ¿Una ducha helada?"... A deshoras el médico recibió una urgentísima llamada. "¡Venga pronto, doctor, se lo suplico! -clamaba con angustia una señora-. ¡Mi hijito se tragó un preservativo!". Saltó de la cama el galeno, y rápidamente comenzó a vestirse para atender tal emergencia. En eso suena el teléfono otra vez. Era la misma señora. "Ya no se moleste en venir, doctor -le dice-. Mi esposo encontró otro"... Aquel pequeño lloraba desconsoladamente en la puerta de su casa. "¿Por qué lloras, buen niño?" -le preguntó una compasiva señora que pasaba. Relata el chiquillo entre sus lágrimas: "Mi papá y mi mamá están peleando. Él le dijo 'víbora', y ella lo llamó 'cerdo'. ¡Ahora yo no sé qué soy, si nací de una serpiente y un marrano!"... ¿Recuerdan mis cuatro lectores aquel juguete antiguo, de resonante nombre helénico, el caleidoscopio? ¿Será posible todavía encontrar uno? El caleidoscopio es un tubo que lleva en su interior pequeños trozos de vidrio de color, y una combinación de espejos. Se mira a través de él, se hace girar, y se ven imágenes simétricas, cambiantes, de variación quizá infinita. Viendo un caleidoscopio se pueden sacar muchas y muy diversas reflexiones acerca de la vida, tan cambiante igualmente, y tan colorida. La política es también un caleidoscopio. Con cualquier giro cambia; lo que es hoy puede dejar de ser mañana. Por ejemplo, antes de las elecciones del domingo 4 el PRI iba en caballo de hacienda, pimpante, seguro de sí mismo, triunfalista. El PAN y el PRD, por el contrario, andaban de capa caída, sin saber bien a bien o mal a mal si del connubio que pactaron saldría una criatura viable o un engendro. Sucedió lo que sucedió; la alianza de los contrarios probó ser efectiva, y ahora el caleidoscopio muestra una imagen bien distinta: la de un azorado PRI que ve al futuro con ojos de preocupación, y la de sus opositores, panistas y perredistas, que de seguro están haciendo planes ya para "la grande", y considerando si en ese trance capital pueden ir de nueva cuenta juntos. Nadie adelante vísperas, empero. Este caleidoscopio sigue dando vueltas... El viejecito y la ancianita estaban en el parque. "No sé por qué dices que ya no veo bien -comenta él-. Mira: aquel gato que viene allá tiene un solo ojo". "Tiene dos -lo corrige la ancianita-. Y no viene; va"... La esposa de Babalucas se asustó. "¿Y ese niño? -le dice a su marido con alarma-. ¡No es el nuestro!". Contesta el tonto roque: "¿No me dijiste que cambiara al niño?"... Doña Panoplia, dama de sociedad, se jactaba de su espléndida colección de arte. En ella había óleos originales de Siqueiros, Orozco, Rivera y Tamayo. Un día invitó a su casa a doña Chuya, nueva rica. Contempla la visitante los cuadros, y dice luego con tono apreciativo: "¡Qué bonitos! ¿Quién es el artista en la familia?"... Un sultán le contaba sus cuitas a otro: "Tengo 150 esposas -le decía-. ¡Vieras lo que batallo para usar el baño!"... Rosibel presentó una solicitud de empleo como secretaria. Le ofrece don Algón, el dueño de la empresa: "Con placer le pagaré 6 mil pesos al mes". "¡Ah no! -rechaza ella-. Con placer serían 10 mil pesos"... La princesa maya Nicte-Ha se negaba a aceptar la proposición carnal que le hacía el guerrero Can-Ek. Insistía él: "No me interpretes mal, Nicky. Lo único que quiero es salvarte la vida. Recuerda que a los cenotes nada más arrojan vírgenes"... FIN.
