Don Ceguetas era muy corto de vista. Un día corría desalado por una calle en las afueras del pequeño pueblo. "¿Qué hace usted, don Ceguetas?" -le preguntó, alarmada, una vecina. Contesta el miope señor: "Trato de alcanzar mi sombrero. Me lo arrancó el viento". "Ah, vaya -se tranquiliza la mujer-. Ya estaba yo pensando mal de usted. Lo que va persiguiendo no es su sombrero: es mi gallina prieta"... Dos hermanas, beatas las dos, vivían cerca de una casa de dudosa reputación. Por la ventana fisgaban las entradas y salidas de la gente. Entró en la mancebía un ministro evangélico. "¡Ah, esos protestantes! -exclama una-. ¡Todos pecadores!". La noche siguiente entró un rabino. "¡Ah! -exclama la otra-. ¡Esos judíos! ¡Pecadores también!". Una noche después entró en la casa el cura del lugar. "¡Qué barbaridad! -exclama consternada una de las beatas-. Seguramente una de las muchachas está enferma de gravedad, y el padrecito le va administrar los santos óleos"... El conferencista dio a sus oyentes un dato interesante. "Más del 90 por ciento de nuestro cuerpo -dijo- está hecho de agua". Se escuchó al fondo una voz masculina: "¡Tráiganme a Miss Universo con un popote!"... Viene ahora una fabulilla seguido de una sesuda reflexión. Un pescador caminaba por la playa en compañía de su esposa. Los dos iban hablando acerca de la difícil situación que por la crisis afrontaban. Él echó el anzuelo, y más tardó en echarlo que en sacar un grande y hermoso huachinango. "¡Mira, vieja! -le dice el pescador a su mujer-. ¡Ya pesqué algo para la comida!". Responde con tristeza la señora: "Por causa de la crisis no tenemos gas en la estufa, ni leña, ni carbón. Además no hay dinero con qué comprar aceite para cocinar el pez, ni tomate y cebolla para aderezarlo. Mejor devuelve el huachinango al mar". Así lo hizo el pescador. Con cuidado le quitó el anzuelo al pez, y luego lo arrojó a las olas. Cuando iba en el aire exclamó jubiloso el huachinango: "¡Viva la crisis!". Dígase lo que se diga, estamos muy lejos de haber superado las condiciones económicas que llevaron a muchos mexicanos de un mediano vivir a la pobreza, y a muchos pobres a la miseria. No hay empleos suficientes, y crece la desocupación por el cierre de numerosas empresas, ya sea por causas financieras o de falta de seguridad. Se acentuará esa crisis, ninguna duda cabe, y seguirá el doloroso éxodo de nuestros paisanos los migrantes, que arriesgan hasta la vida con tal de cruzar "al otro lado" para encontra allá mejores condiciones de existencia. Ojalá viéramos menos propaganda oficialista y más acciones concretas para aliviar la difícil situación de los mexicanos pobres... Comentaba una señora: "A mi esposo le digo 'El pimiento morrón'". Se extrañó una amiga. "¿Por qué le dices así?". Explicó ella: "Porque no pica nada"... La señorita Peripalda, catequista, les preguntó a los niños: "¿Dónde está Dios?". La respuesta era: "En el cielo, en la tierra y en todo lugar". Pero Pepito respondió: "En el baño". "¿Cómo que en el baño?" -se enojó la señorita Peripalda. "Sí -explica el niño-. Todas las mañanas mi papá golpea la puerta del baño y grita: "¡Dios mío! ¿Todavía estás ahí?"... En Glasgow la turista le dijo al escocés vestido con su típica faldita, o kilt: "Siempre me he preguntado qué llevan ustedes abajo de la falda". Responde el escocés: "Soy hombre de pocas palabras. Présteme su mano"... El elefante consiguió por fin que la hormiguita accediera a sus demandas amorosas. "Pero quiero sexo seguro" -pidió ella. Preguntó el elefante: "¿Quieres que use condón?". "No -precisó la hormiguita-. En este caso 'sexo seguro' significa yo arriba y tú abajo"...FIN.