Empédocles Etílez llamó por teléfono a su esposa a horas de la madrugada. "Voy para allá -le anunció-. Prepárate a hacer el amor tres veces seguidas". "¡Bah! -se burló ella con tono despectivo-. ¡Estás borracho!". "No -aclara el temulento-. Estoy con dos amigos"... Un individuo lloraba desconsoladamente frente a una tumba cuya lápida tenía un nombre masculino. Gemía una y otra vez: "¿Por qué te fuiste? ¿Por qué tuviste que morir?". Una dama que pasaba se conmovió al ver la pena del doliente. "Perdone, caballero -se dirige a él-. ¿A quién llora usted con tanta pena, y después de tantos años? ¿Quién está en esa tumba? ¿Es su difunto padre? ¿Un hermano? ¿Algún amigo?". "No -contesta entre lágrimas el tipo-. Es el primer marido de mi esposa"... Algunos hablan del destino. Otros dicen "el hado" o "el sino". Unos más se refieren a la fatalidad. Los griegos lo llamaban "anánke", y los latinos "fatum". Es lo inexorable, aquello de lo que no podemos escapar. Hay en la vida de cada quién algo ineluctable. En mi caso son los impuestos, y los recibos del teléfono, la luz, el gas y el agua. En el caso de la izquierda lo inevitable es la desunión. Junte usted a dos señores o dos señoras de la izquierda; junte incluso a un señor y a una señora de la izquierda, y en 10 segundos flat estarán ya desunidos. Y es que cada izquierdista es un partido político. Por eso los observadores juzgan que será imposible que la izquierda llegue unida a la elección presidencial. Habrá seguramente dos candidatos izquierdistas, si no es que más. Uno de ellos será forzosamente López Obrador, pues suponer que AMLO pueda renunciar a la candidatura es tan ilusorio como pensar que Dios Padre pudiese hacer renuncia de su trono celestial. Así, dividida, la izquierda tendrá más dificultades, y mayores, para ganar la Presidencia. Y eso, por las actuales condiciones del PAN, habrá de favorecer principalmente al PRI. Cuando López Obrador se destapó a sí mismo como aspirante a Presidente, los priistas se frotaron las manos, jubilosos, porque suponen que Ebrard tampoco se hará a un lado, y los dos izquierdistas se quitarán votos uno al otro en vez de quitárselos al PRI. Yo sé de política lo mismo que el más avezado político, o sea nada, pero alcanzo a entender que si la izquierda no se une -y difícil será que llegue a unirse- estará inevitablemente, inexorablemente, ineluctablemente, ineludiblemente, condenada al fracaso. Tal es su destino, su hado, su sino, su fatalidad... Llegaron dos marcianos a la Tierra, y aterrizaron con su platillo volador en una gasolinería que a esa hora estaba cerrada, porque pasaba ya la media noche. Los marcianos descendieron de su nave, y el que parecía estar al mando fue hacia una de las bombas de gasolina. Le dijo: "Llévame con tu líder". Desde luego no obtuvo ninguna respuesta. "¡Llévame con tu líder!" -repitió con acento imperioso el alienígena. Se acerca otro marciano, y le sugiere en voz baja: "Ten cuidado. Ese terrícola es muy peligroso". "Tú no te metas" -lo rechaza el primero. Y dirigiéndose otra vez a la bomba de gasolina la amenaza: "Si no me llevas de inmediato ante tu líder te destruiré". De nuevo, cosa muy explicable, su demanda quedó sin respuesta. El marciano, entonces, tomó su arma y le lanzó a la bomba un rayo destructor. Explotó la gasolina; se produjo un horrísono estallido, y los dos marcianos fueron a caer a cien metros de distancia, quebrantados y molidos. "Tenías razón -le dice a su compañero, con doliente voz, el que había disparado-. ¿Cómo supiste que aquel terrícola era peligroso?". "Se veía a las claras -responde el otro-. Alguien cuya cosa le da dos veces la vuelta alrededor del cuerpo, y que todavía alcanza a colgársela en la oreja, tiene que ser muy peligroso"... FIN.