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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Una pareja hacía el amor en la recámara con el televisor encendido. Apareció de pronto en la pantalla el encargado de dar los pronósticos del tiempo. "¡Dios santo! -exclama llena de alarma la señora al tiempo que se cubría apresuradamente con la sábana-. ¡Mi marido!". El encargado de la juguetería le dice al papá que buscaba un regalo para su hijo: "Este juguete está especialmente diseñado para enseñar a los niños de hoy a adaptarse al mundo moderno. Sea cual sea la forma en que se arme, no funciona". En el escaparate de la agencia de automóviles el señor veía, arrobado, un convertible rojo de último modelo. Su esposa le reclama: "A mí nunca me has mirado con esos ojos de deseo". Los inmigrantes mexicanos, ya se sabe, no son bien recibidos en el país del norte. Se les acosa y hostiliza; son objeto de inhumana discriminación. En estados como Arizona hay gente que se dice cristiana, y sin embargo siente por los "hispanos" un odio semejante al que sentían antes los sureños blancos por las mujeres y hombres de origen africano. Y sin embargo en algunas ciudades fronterizas de Estados Unidos, sobre todo las que tienen vecindad con el noreste mexicano, hay indocumentados mexicanos que reciben una jubilosa bienvenida, y cuya estancia ahí se mira con agrado. A Brownsville, Texas, por ejemplo, han llegado entre mil y 20 mil de esos migrantes, y son ahora motivo de orgullo para esa ciudad texana. Se trata de loros que se han avecindado ahí procedentes de México, y que alegran con sus colores y su parloteo los jardines y parques de la población. Los especialistas consideran que esas aves buscaron asilo en la ciudad y sus contornos como resultado de la sistemática destrucción de su hábitat en México, o que son descendientes de los loros cuya captura y comercio ilegal han sido cosa común en nuestro país desde hace muchos años. Es una pena que hasta las aves estén emigrando de México. No hemos aprendido todavía a cuidar nuestras riquezas naturales. La ignorancia y pobreza de unos, la inmoralidad y ambición de dinero de otros, conspiran para atentar contra aquello de que la naturaleza nos dotó, y que nosotros estamos destruyendo. Hasta nuestros pericos van a acabar hablando inglés. La esposa de Babalucas le comenta: "Estoy viendo en el calendario que este año la Nochebuena caerá en viernes". "¡Caramba! -se preocupa el tonto roque-. ¡Ojalá no sea viernes 13!". Aquel señor era un pescador inveterado. Todos los fines de semana iba a pescar. Después de años de hacer eso accedió por fin a dejar que su mujer lo acompañara en una de esas excursiones. El siguiente lunes las amigas de la señora le preguntaron cómo le había ido en el viaje de pesca con su esposo. "Todo lo hice mal -responde ella-. No guardé el silencio absoluto que se necesita para pescar; nunca aprendí a tirar bien el anzuelo; no usé el cebo que debía usar... Y lo peor de todo: pesqué más que él". Pepito y su papá iban por la calle, y vieron a un perrito y una perrita haciendo lo que los perritos hacen en la calle. Preguntó Pepito: "¿Qué están haciendo?". Con ternura le respondió el señor: "Están haciendo otro perrito". Esa misma noche Pepito oyó ruidos extraños en la recámara de sus papás. Abrió la puerta sin llamar, y lo que vio lo hizo plantear de nuevo la misma pregunta: "¿Qué están haciendo?". Desconcertado por la súbita irrupción el señor acertó sólo a responder en igual forma que antes: "Estamos haciendo un hermanito para ti". Y dice Pepito: "Entonces cambien de posición. Mejor quiero un perrito". FIN.

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