Al empezar la noche de bodas el novio le dice a su flamante mujercita: "Quiero hacerte una sincera confesión, mi cielo: he hecho el amor con otras mujeres". "No te preocupes más, mi vida -responde ella con ternura-. Ya me habías confesado eso hace un par de semanas". "Sí -replica el galán-. Pero en estas dos semanas sucedieron muchas cosas"... Entre tantas noticias malas, una buena: el triunfo de la bellísima tapatía Jimena Navarrete en el certamen de Miss Universo. Con elegante prestancia actuó la linda chica ante los jueces: mostró no sólo gracia, sino también cultura y buen sentido. Ciertamente Jimena es una magnífica representante de la mujer mexicana. Su valioso triunfo será factor muy importante en la tarea de reivindicar ante el mundo la imagen de nuestro País, tan lastimada ahora... Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, llegó a su casa en horas de la madrugada. Iba, como de costumbre, más ebrio que una cuba. Su esposa lo apostrofó, iracunda. "¡Estoy harta de ti! -le dijo a voz en cuello-. ¡Todo el dinero te lo gastas en vino!". "Equivocada estás, mujer -respondió con parsimonia Garrajarra-. ¿Acaso piensas que la cerveza y el tequila me los dan de gratis?". (En otra ocasión la esposa de Astatrasio le rogó gimiendo y llorando, como la Salve: "¡Ya no bebas más, por el Sagrado Corazón!". Días después le dijo Garrajarra, también con parsimonia: "Mujer: el Cielo oyó tus oraciones. Ahora bebo por el rumbo de la Medalla Milagrosa")... Una hermosa joven se presentó en las puertas de la morada celestial y le pidió a San Pedro que la dejara entrar. Le respondió el portero: "Te admitiré si pruebas, mediante examen pericial, que has conservado tu virginidad". La recién llegada aceptó someterse a esa prueba, y el apóstol de las llaves le pidió a un ángel médico que procediera a hacer el reconocimiento respectivo. Tras realizar la auscultación dictaminó el perito: "Esta joven mujer es integérrima doncella. Presenta intacto el himen. Muestra, sin embargo -y es mi deber decirlo-, siete ligeros rasponcitos en la membrana de la virginidad". Dijo San Pedro: "No creo que esa circunstancia, por más que sea extraña, constituya impedimento u óbice para otorgarle la admisión". Tomó su libro de registro, le pidió al ángel una pluma, y preguntó a la hermosa joven: "¿Cuál es tu nombre?". Respondió ella: "Blanca Nieves"... Llegó un notario público a la fábrica y pidió hablar con el obrero Freso Tornio. Cuando éste se presentó le dijo el fedatario: "Vengo a comunicarle que murió su tío Recesvindo, y lo nombró heredero de toda su fortuna. Lo felicito: ahora es dueño usted, don Freso, de todos los millones de su tío, lo mismo que de sus mansiones en Nueva York, Florencia, París, Roma y Saltillo. Le ruego que me haga favor de acompañarme para hacer ahora mismo la transferencia bancaria, y que tome usted posesión de su inmensa riqueza". Le pidió Freso: "Permítame un momentito, por favor". Entró nuevamente a la fábrica, y salió poco después. El notario le pregunta: "Si no es indiscreción: ¿puedo saber a dónde fue?". Responde Tornio con una sonrisa de satisfacción: "A mentarle la madre al supervisor"... Un pedigüeño se acercó al elegante señor y le pidió con lamentosa voz: "Caballero: ¿podría usted regalarme 725 pesos para una taza de café?". "¡Truhán desvergonzado! -bufó el otro sin recordar su calidad de caballero-. ¡Bellaco inverecundo, desfachatado perillán! ¿Por ventura una taza de café cuesta 725 pesos?". "Ya sé que no, señor -responde el pordiosero humildemente-. El café cuesta 25 pesos. Pero las damas de la noche cobran 700 por una hora de amor, y la cafeína siempre me pone cachondón"... En el banco de sangre el encargado le preguntó a la joven mujer que había llegado: "¿Usted vende la sangre o la dona?". Responde ella: "Por el momento estoy vendiendo nada más la sangre". (No le entendí)... FIN.
