El audaz explorador iba en lo más profundo de la selva acompañado por un guía nativo. De pronto los tambores de la jungla empezaron a sonar con ominoso ruido. El explorador embarazó su rifle, cortó cartucho y exclamó con firme y desafiante voz: "¡Venid, salvajes! ¡Vuestros tambores no me arredran! ¡Aunque solo, estoy dispuesto a vender cara mi vida! ¡Venid, bárbaros, para que veáis cómo sabe morir el hombre blanco!''.. "Cálmese, bwana -le dice el guía-. Los tambores lo único que están diciendo es: `Viene un turista, muchachas. Suban el precio''... En vísperas del informe presidencial, el pomposamente llamado Congreso de la Unión se mira desunido, y más que congreso parece taberna de rijosos. Dijo una vez un diputado: "La chamba dura tres años, y la vergüenza toda la vida". ¿Para qué quieren los parlamentarios que el Presidente acuda a ellos? ¿Para gritarle injurias? ¿Para someterlo al maltrato de una ruidosa turbamulta que nada bueno ha dado a la República y en cambio goza de excepcionales privilegios? Muchas malas legislaturas hemos tenido, pero entre ellas destaca la presente por su incapacidad para llegar a acuerdos y llevar adelante las urgentes reformas que México requiere. Los recintos camarales se han vuelto palenques partidistas; lizas en las que se dirimen pedestres politiquerías. De la sumisión de los diputados y senadores al poder presidencial pasamos a la rijosa belicosidad de los que quieren tener maniatado al Presidente, sin percatarse de que al hacerlo también maniatan al País. Se fortalece así la peligrosa noción según la cual estábamos mejor cuando estábamos peor. La incivil conducta de los parlamentarios hace desear a los ciudadanos el regreso a un orden autoritario, pues los políticos han confundido libertad con anarquía. No han sabido usar del ejercicio democrático, antes bien lo volvieron río revuelto para el medro de los partidos y de la nueva casta política que de ellos ha surgido. No digo más, porque se me han revuelto ya los cuatro humores cardinales -sangre, pituita, bilis y atrabilis-, y en ese estado pierdo la sindéresis y me abandona la inalterabilidad... A través de la ventana Pepito veía a la guapa vecina que luciendo una breve minifalda se entretenía en su jardín. Dice Pepito a su papá: "La vecina se agachó a sembrar unas flores''. "¿Rosas?'' -pregunta el señor-. Responde Pepito: "No. Blancos''... Eran tiempos de guerra. Babalucas y dos de sus compañeros de armas cayeron en poder del enemigo y fueron sentenciados a morir fusilados. "Sé cómo podemos salvarnos -dijo uno-. Cuando estemos frente al pelotón gritemos anunciando algún desastre. Eso hará que se distraigan los soldados, y aprovecharemos el momento para huir''. Así lo hicieron, en efecto. El primer sentenciado fue puesto ante el piquete de ejecución. Ordena el capitán que lo mandaba: "¡Preparen!... ¡Apunten!...''. En eso grita el reo: "¡Terremoto!''. Los soldados se desconcertaron; se aturrullaron todos, y el sentenciado salió corriendo y se perdió en un cercano bosquecillo. Sacan al segundo condenado. Ordena el capitán: "¡Preparen!... ¡Apunten!...''. Y grita el hombre: "¡Inundación!''... Los soldados se asustaron, volvieron la vista a todas partes, y el prisionero corrió y desapareció entre los árboles. Le toca el turno a Babalucas. El capitán da las órdenes: "¡Preparen!... ¡Apunten!...''. Y grita Babalucas con toda la fuerza de sus pulmones: "¡Fuego!"... El señor y la señora celebraron sus 50 años de casados y fueron al mismo hotel en el que habían pasado su luna de miel hacía medio siglo. Sale del baño el viejecito y dice con triste voz a su señdora: "Viejita: fíjate que ahora que fui al pipisrúm me mojé los zapatos''. "Igual te sucedió hace 50 años, viejito -responde ella evocadoramente, pero entonces lo que te mojaste fue la corbata''... FIN.
