Aquel muchacho practicaba el fisicoculturismo. Contrajo matrimonio, y la noche de bodas le pidió a su flamante mujercita que lo esperara un momentito. Se despojó de su ropa hasta quedar por completo en peletier, y profusamente se untó aceite en los brazos, el torso, el bajo vientre, los muslos y las piernas. Luego, haciendo alarde de su musculatura, brillosa por el abundante aceite que se había untado, le dijo a la muchacha: "Ahora sí, mi vida. Vamos a empezar". "¿A qué? -responde ella con disgusto-. ¿A hacer el amor o a jugar al palo encebado?"... Babalucas trabajaba en un hotel. Llegó a registrarse un irlandés. "¿Cuál es su nombre?" -le pregunta Babalucas. Contesta el hijo de Eire: "Patrick O'Sullivan". Babalucas le pide con severidad: "Decídase ¿no?"... Una mujer acudió a cierto hospital. Quería cambiar de sexo; ansiaba volverse hombre. Desde luego todos los medios de información estuvieron pendientes del suceso. Al terminar la operación el cirujano principal ofreció una conferencia de prensa. "La intervención tuvo éxito -anunció-. La mujer que entró al quirófano es ahora un hombre. Debo decir, empero, que fue una operación dificilísima". "¿Cuál fue el mayor problema? -preguntan los reporteros-. ¿Eliminar las partes femeninas? ¿Implantar las de varón?". "Eso no presentó dificultad -responde el médico-. Pero, como ustedes saben, la paciente quería dejar de ser mujer, y transformarse completamente en hombre. Entonces lo más difícil fue reducirle el cerebro a menos de la mitad"... Los medios de comunicación deberían ocuparse menos de quienes hacen daño a México, y dar mayor espacio a quienes con su trabajo y con sus obras buenas benefician a este país. ¿Por qué ocuparse tanto de la delincuencia? (¿Por qué, también, dedicar tanta atención a las pugnas politiqueras de los diputados?). Todos los días suceden cosas buenas que pasan totalmente inadvertidas, pues para muchos medios sólo las malas noticias son noticia. Hablemos también de lo bueno; lo malo no merece tanta publicidad... He aquí un aviso para mis lectores en la Ciudad de México. Mañana domingo a las 12 horas, en el hermoso Museo del Carmen (Revolución # 4, esquina Monasterio, en San Ángel), presentaré mi nuevo libro: "La Otra Historia de México. Díaz y Madero. La espada y el espíritu", una visión distinta de las luchas revolucionarias, con anécdotas chispeantes o trágicas de ese cataclismo social que definió al México de hoy. Soy invitado del Conaculta, del INAH y de mi casa editorial, Planeta. Y ustedes, mis cuatro lectores, son invitados míos, con entrada libre, claro. ¡Ahí nos encontraremos!... Don Poseidón, ranchero acomodado, habló con su hijo la víspera de la boda del muchacho. Quería darle, según manifestó, un consejo de hombre a hombre. "Dígame usté, 'apá" -se dispuso el muchacho a escuchar. "Mire, m' hijo -empezó con gran solemnidad don Poseidón-. Al llegar con su mujer al hotel donde pasarán la noche de bodas, no permita usté que nadie le cargue las maletas. Cárguelas usté mismo, pa' que todos sepan que es usté autosuficiente. Luego, en la noche de bodas, cuando su esposa ya esté en la cama, usted acuéstese al lado de ella". "¿Y luego, 'apá? ¿Y luego?" -pregunta con ansiedad el hijo. "Luego -prosigue don Poseidón- entréguese usted a un placer solitario". "¿A un placer solitario? -repite el muchacho boquiabierto-. Sé lo que es eso, 'apá, pero, la verdá, no entiendo. Si tengo ya una esposa ¿pa' qué voy a entregarme a un placer solitario, y menos delante de ella?". "¿Cómo pa' qué? -prorrumpe con enojo don Poseidón-. ¡Pa' que también su mujer sepa que es usté autosuficiente!"... FIN.
