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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Bustolina Grandchichier, dueña de muníficos atributos pectorales, se inscribió en un club nudista. Cuando por primera vez apareció al natural entre los socios, uno de ellos la contempló con golosa admiración y dijo luego: "¡Miren qué busto tiene esa mujer! ¡Cómo me gustaría verla con suéter!"... Doña Panoplia y doña Gules, ricas damas de sociedad, discutían sobre el valor de sus alhajas. "Mis perlas -declaró doña Panoplia-, son más grandes que las tuyas". "Sí -admitió Gules-, pero las tuyas son cultivadas". Replica doña Panoplia: "El tamaño es lo que importa, chulita. La educación es lo de menos"... He aquí una sonora frase escrita por Cicerón en "De oratore", II, 9, 36: "... Historia testis temporum, vita memoriae, lux veritatis, magistra vitae, nuncia vetustatis". He citado de memoria, de modo que no sé si habré citado bien. A estas alturas de la vida tengo memoria de deudor. Esa mala memoria, sin embargo, no me hace olvidar mis buenas memorias. Cuando me falla la memoria lo que hago es olvidarme de eso. Los maridos tenemos muy mala memoria: se nos olvida todo. Las esposas la tienen peor: no olvidan nada. ¡Pobres de los jóvenes! Tienen poco qué recordar. ¡Felices los jóvenes! No tienen nada qué olvidar. Pero me estoy apartando de mi asunto: vuelvo a él, y traduzco la frase ciceroniana: "La Historia es testigo de los tiempos, vida de la memoria, luz de la verdad, maestra de la vida y mensajera de la antigüedad". Si eso es así ¡cuantas cosas nos está diciendo la Historia en estos días en que conmemoramos -con 11 años de anticipación- el bicentenario de nuestra Independencia, y el centenario de la Revolución! Hemos de preguntarnos si después de dos siglos los mexicanos gozamos de verdadera libertad, conculcadas como están muchas de nuestras libertades por un Estado que no pierde su vocación estatista, y por algunas de las derivaciones de ese Estado ya obsoleto, derivaciones tales como los partidos políticos, monopolizadores de la vida pública de la Nación en perjuicio de los ciudadanos. También debemos preguntarnos si la Revolución dio frutos buenos, o si de ella surgieron males que todavía padecemos, como esos sindicatos opresores que impiden el desarrollo del País; como la corrupción e ineficiencia que son notas distintivas de nuestra vida nacional. La Historia, a más de ser testigo, recordación, luz, maestra y mensajera, debe servir también de conciencia a las naciones. Sean propicias esas dos conmemoraciones para hacer un examen de conciencia sobre nuestro pasado. Eso nos ayudará a entender nuestro presente y a hacer el trazo de nuestro porvenir. Esperemos el tricentenario... La comadre llamó por teléfono al compadre. Quería hablar con él, le dijo. Aprovechando la ausencia de su esposo la entrevista sería en su casa. Acudió el hombre, y le dijo ella: "Seré breve, compadre. Traigo un apuro de dinero, apuro que mi marido no conoce ni puede resolver. He notado que usted me mira siempre con ojos cachondones. Estoy dispuesta a entregarle mis encantos ahora mismo si me ayuda a cubrir el compromiso, que es de 5 mil pesos". Responde el individuo, vacilante: "No sé... No sé...". "Anímese, compadre -lo incita ella-. No se arrepentirá. Soy pésima cocinera, lo confieso, y la casa, como usted ve, no se halla en orden. Pero en la cama soy otra muy distinta: conozco todas las artes del amor en uso, y a ellas he añadido otras bastante desusadas. ¿Se anima? Después de todo son 5 mil pesos nada más". Vuelve a decir el compadre: "No sé... No sé". Ella, para animarlo más, empezó a desvestirse con sinuosos movimientos de odalisca, bayadera o hurí. ¿Quién puede resistirse a eso, amigos mío? Se necesitaría ser un San Antonio, y de esa pasta pocos mortales están hechos. Instantes después se hallaban ya los dos entregados a lo que Valéry llamaba "el rito de los cuerpos". ¡Bella frase! El compadre, sin embargo, seguía dicendo entre los jadeos y acezos del acto del amor: "No sé... No sé...". La comadre le preguntó, igualmente agitada: "No sabe ¿qué? compadre. No sabe ¿qué?". Responde él sin dejar los movimientos rítmicos propios de la ocasión: "No sé de dónde voy a sacar los 5 mil pesos"... FIN.

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