La señora de Afrodisio llegó al departamento cuando no era esperada, y sorprendió a su casquivano esposo en brazos de la vecina del 14. "¡Tenías razón, viejita! -le dice alegremente Afrodisio a su mujer-. ¡La vecina engaña a su marido!"... Doña Macalota y don Chinguetas sostenían su enésimo pleito conyugal. Le grita ella: "¡Lo vas a lamentar! ¡Me voy a ir!". Replica don Chinguetas: "Decídete. ¿Cuál de las dos cosas va a ser?"... El médico le informa a su linda paciente: "Su apéndice está muy inflamado. Necesitará una operación". La muchacha se preocupa. Responde: "Me gustaría una segunda opinión". Le dice el facultativo: "Tiene usted unas bubis preciosas"... ¿Cuántas veces le habré pedido a la izquierda que se una? Ni con un ábaco podría calcular el número de ocasiones en que le he hecho esa solicitud. Una y otra vez lo he dicho, y lo repetiré cuantas veces me lo demande el bien de la Nación: este país necesita un gobierno de izquierda que vaya hacia los pobres antes de que ellos vengan contra nosotros. La izquierda, sin embargo, no me escucha. Se mantiene impávida, impasible, imperturbable, flemática e impertérrita, como si en vez de tener sangre en las venas tuviera horchata, atole o consomé de pollo rebajado. ¿Podrá una izquierda dividida participar con posibilidades de éxito en la elección presidencial? ¡Nooo! Marcelo Ebrard y López Obrador son los precandidatos más viables, pero ninguno de los dos cederá en su aspiración al otro, y no es difícil pensar que ambos se presentarán en la contienda. Debilitado el PAN como está hoy, y sin una figura relevante que garantice un tercer sexenio blanquiazul; dividida la izquierda como casi seguramente lo estará al llegar el proceso electoral del 2012, el camino del PRI hacia la Presidencia parece ya asfaltado. Es obvio que nada de lo que se diga ahora puede darse por seguro -la política es un juego impredecible-, pero las actuales circunstancias permiten arriesgar un vaticinio: la izquierda tendrá dos candidatos en la próxima elección presidencial... Bustolina Granderriére, vedette de moda, le contó a su amiga: "Anoche mi novio me llamó 'promiscua'". "¿Que significa esa palabra?" -preguntó la otra. "No lo sé -responde Bustolina-. Y ninguno de los ocho hombres con los que me encontró en la cama sabía tampoco qué quiere decir la palabreja"... Le comenta un tipo a otro: "Las piernas de Facilisa no han de ser muy amigas entre sí". "¿Por qué piensas eso?" -se extraña el otro. Responde el tipo: "Porque casi nunca se les ve juntas"... Mensolina, hermana de Babalucas, fue a consultar al ginecólogo. Después de un breve examen el médico le informó: "Está usted embarazada". "¡Cielo santo! -exclama ella consternada-. ¿Y cree usted, doctor, que el niño sea mío?"... Eglogia, mujer del campo, le pidió al doctor que le recetara alguna inyección para ya no tener familia. Le dice el galeno: "Hace una semana estuvo usted aquí, y le di un frasco de píldoras anticonceptivas. ¿Por qué ahora quiere que le recete una inyección?". Responde Eglogia: "Es que las píldoras se me salen". (No le entendí)... Un hombre fue a consultar a una adivina. Ella lo sentó frente a una pequeña mesa, y le dijo que le preguntara al mueble lo que quería saber. Si la mesa daba un salto, eso indicaría que la respuesta era "sí". En caso contrario, si la respuesta era "no", le mesita daría dos saltos. Pregunta el individuo: "¿Mi esposa está en la casa?". La mesita dio dos saltos: "No". Inquiere el tipo: "¿Salió con una amiga?". La mesita volvió a saltar dos veces: "No". "¿Está con otro hombre?" -pregunta el sujeto, lleno de inquietud. La mesita saltó una sola vez: "Sí". "¡Dios mío! -exclama el hombre con angustia-. ¿Y qué está haciendo mi mujer?". Entonces la mesa dio un gran salto y se puso con las patitas para arriba... FIN.