El cliente le preguntó a la sexoservidora cuánto ganaba en su oficio. "Un promedio de 2 mil pesos diarios -respondió ella-, y 5 mil los fines de semana". "¡Caramba! -se admiró el otro-. Yo estoy muy lejos de ganar ese dinero. ¡Y soy abogado!". Dice la del talón: "Tampoco yo lo ganaba cuando era doctora en Derecho"... Aquel hombre tenía muy mal corazón. Era completamente sordo, y jamás se lo dijo a su peluquero... El señor y su esposa veían en la cama una película porno. Pregunta la señora: "¿Por qué tú no me haces el amor así?". Responde el marido: "A él le pagan"... A estas alturas de la vida lo único que me sorprendería es que algo me sorprendiera. Por eso no dije: "¡Ah!", "¡Oh!", ni mucho menos: "¡Uta!" al ver las encuestas de los diversos medios que señalan a Humberto Moreira Valdés, de Coahuila, como el mejor gobernador en el País, según calificación otorgada por sus gobernados. En este caso la realidad, que no sabe de estadísticas, confirma el dictamen de los encuestadores. La noche del 15 de septiembre Moreira, después de dar el Grito, salió del Palacio de Gobierno y paseó, sin otra compañía que la de su esposa y su bebita, que llevaba en brazos, por entre la multitud que llenaba la Plaza de Armas de Saltillo. En el estadio de beisbol, cuando acudió al juego en que los Saraperos se coronaron bicampeones, recibió una ovación que duró más de un minuto. ¿Algún otro gobernante puede afrontar en estos días una prueba así, donde el juicio del pueblo se manifiesta sin condicionamientos ni reservas? Y es que Moreira ha hecho un gobierno que no tiene precedente en la historia moderna de Coahuila. A su gran carisma personal añade un conocimiento cabal de la política. Hombre joven, se entrega con pasión a su trabajo. Ha transformado mi ciudad, Saltillo, en una moderna capital cuyas vialidades son envidiadas por ciudades mucho mayores que la nuestra, y la ha llenado de museos, nuevas escuelas y centros de atención médica y social para todos los miembros de la comunidad. Igual ha hecho en todo el Estado. Ahora Moreira aspira a dirigir el PRI. Vientos de renovación se sienten en ese partido. El cambio se impone como una necesidad que ya no se puede soslayar. Por eso, con muy buen sentido, Beatriz Paredes ha abierto las puertas a nuevas corrientes sin las cuales el PRI no podrá recuperar la Presidencia. Por eso también un grupo numeroso de gobernadores, de ex dirigentes del Institucional, y de sus organizaciones, han expresado ya su apoyo al coahuilense. Las circunstancias favorecen ahora el regreso del PRI. Pero ese PRI no puede ser el de antes; el de los mismos rostros ya muy vistos. Debe ser un PRI nuevo, con ideas e impulsos renovados. En ese contexto, y en el actual entorno de México y del PRI, una figura joven, carismática, de experiencia y trabajo ya probados, se necesita no sólo para bien del partido, sino para bien igualmente del País. Moreira conoce las raíces de su partido, pues creció en su tradición nacionalista. Pero también representa a una generación nueva que debe tener su sitio en ese cambio, sin el cual el PRI no podrá ganarse la confianza de la gente... Y ahora, un chascarrillo final... Cierto sujeto fue al consultorio de un doctor. Se veía pálido, feble y escuchimizado. Después de examinarlo, y tras ver los análisis correspondientes, el médico dictaminó: "Presenta usted un cuadro típico de anemia perniciosa, acréstica, angiopástica, ferropénica y eliptocitaria. ¿A qué atribuye tal agotamiento?". "No sé, doctor -vacila el tipo-. Puedo decirle, sí, que cada día le hago el amor a mi mujer tres veces; cuatro a mi secretaria; cinco a una vecina, y a la mucama seis". "¡Caramba! -se asombra el facultativo-. Si continúa así yo no podré ayudarlo. Debe usted tomar el asunto en sus manos". "Lo tomo, doctor -asegura el individuo-. Siete veces diarias"... FIN.