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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Libidiano, hombre proclive a la carnalidad, le preguntó a una linda chica: "Si estuvieras acampando en el bosque, y un hombre se aprovechara de ti ¿contarías eso al regresar a la ciudad?". "¡Claro que no!" -respondió la muchacha. Le dice Libidiano: "Te invito a acampar en el bosque"... Cuando el Poqui Tapolla se casó, en la noche de bodas su flamante esposa le fotografió la entrepierna. "¿Por qué haces eso?" -inquirió, extrañado, el Poqui. Explicó su mujercita: "A ver si se puede amplificar"... Andrés Manuel López Obrador tiene el tozudo empecinamiento de las moscas. No lo digo como expresión peyorativa: apunto sólo un dato de la realidad. Es difícil a veces distinguir entre la necia obstinación y la constancia. De aquel a quien unos llaman terco otros dirán que tiene firmes convicciones. Siempre que la Nación despierta, López Obrador todavía está ahí, para desesperación de los partidos que le son contrarios, sobre todo el suyo propio, el PRD, su más recio opositor. Las críticas que en el Estado de México hizo AMLO a la cúpula perredista por las alianzas que ha trabado con el PAN son procedentes, e indican coherencia en él. Sólo que a esas coligaciones puede aplicarse el mismo criterio que a los manejos de Enrique Peña Nieto para desbaratarlas: son cosa de política, y la política es cuestión de pragmatismos. En ella no se aplican los criterios de bueno y malo en el sentido moral de los conceptos. Para los efectos de la política será bueno lo que sirva para ganar el poder y retenerlo, y malo todo aquello que estorbe el cumplimiento de ese fin elemental. (Lo dijo, con su acostumbrado maquiavelismo, Maquiavelo). El pronunciamiento hecho por López Obrador aumenta la distancia entre él y los dirigentes perredistas, y disminuye aún más la posibilidad de que la izquierda llegue unida a la elección presidencial... Hacía mucho tiempo que el autor de esta columnejilla no se topaba con doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y celadora de la pública moral. Ahora la ilustre dama ha dirigido al columnista un memorial en 12 fojas útiles y vuelta, escrito en caracteres elzevirianos, en el cual le advierte que la publicación del cuento "El Mostrador" será objeto de acre reprobación y de censura por parte de la agrupación que ella preside. Pensaba yo que la señora Tridua había entendido ya el propósito de los cuentecillos que aparecen aquí, cuya finalidad no es sólo suscitar una sonrisa en quien los lee, sino también ayudar a que se quiten las telarañas y tabúes que durante muchos años han puesto sobre las cosas del sexo aquellos que hablan más de la muerte que de la vida, y no quieren que haya alegría y gozo en este mundo; y siembran temores, remordimientos y tristezas en los hombres; y ponen culpa en todo lo que tiene que ver con el ejercicio de la sexualidad, maravilloso don que es, en su plenitud, la expresión máxima del amor humano. (Un ministro religioso le decía a otro: "Reconozcámoslo, hermano: si no fuera por el pecado ¿qué sería de nosotros?"). Doña Tebaida no entiende ese objetivo -tan importante o más, en su propósito liberador, que los comentarios sobre política que en este espacio se hacen para orientar a la República-, y reprueba con acrimonia esos inocuos chascarrillos. Por encima de tal incomprensión, empero, saldrá aquí, el próximo viernes, la supradicha narración intitulada "El Mostrador". ¡Hagamos que la libertad sea libre!... "Soy un idiota -dice Babalucas-. Me puse a hacer lagartijas desnudo". Comenta el que lo oía: "Eso no te hace ser idiota". Añade, mohíno, Babalucas: "Las hice sobre una trampa para ratones"... FIN

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