Himenia Camafría, madura señorita soltera, estaba tan desesperada por casarse que decidió poner un anuncio en el periódico. Le dijo el encargado de la sección de avisos, hombre joven y apuesto: "Cobro 100 pesos por inserción". "¡Fantástico! -exclama, jubilosa, la señorita Himenia-. ¡Aquí tienes mil, y olvídate del anuncio!"... Mañana es el día señalado. ¡Cuántas cosas han sucedido mañana! Más, seguramente, de las que han sucedido ayer. En nuestra imaginación o nuestros sueños vemos ocurrir cosas que en la realidad real no han ocurrido, pero que en la verdad de nuestro ser interior pasaron ya. Cuando dejamos de soñar empezamos el sueño de la muerte. La verdad de nuestra vida está en los sueños, y en ese vago sueño que es la vida está en la irrealidad. Sólo que... ¡Basta ya, insensato columnista! ¡No entiendo nada de lo que estás diciendo! ¿Acaso ahora eres filósofo, o te has metido a arúspice o intérprete de sueños? Ya pasaron los días, date cuenta, en que Dios se comunicaba con los hombres a través del sueño. Soñaron Jacob, Labán, los dos José -el del Antiguo Testamento y el del Nuevo-; soñó el faraón de Egipto, y tuvo sueños Nabucodonosor, quizá con música de Verdi. Pero los sueños de hoy ya no son "pequeñas profecías", según dice el Talmud, sino expresión de ocultos miedos. Mark Twain -pongo un ejemplo- tenía un sueño recurrente: iba a dar una conferencia, y ya en el escenario descubría, ante las risas de la gente, que no llevaba pantalón. ¿Qué pulga metafísica te picó hoy, y te hizo hablar del sueño y de los sueños? ¿A qué te refieres cuando dices que mañana es el día señalado? Y otra pregunta: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur? Lo que quiero decir es que mañana saldrá aquí el anunciado cuento intitulado "El Mostrador". Algunos lo calificarán de impúdico, sicalíptico y salaz, y hablarán de los excesos en que incurren los papeles públicos. Yo dejo el juicio a la posteridad -que no es lo mismo que dejarlo a la parte posterior-, y pido a mis cuatro lectores que lean mañana ese vitando chascarrillo y formen al respecto su propia opinión... Soy dueño de la insana fortuna que tenemos los críticos de la política, esa de ver los toros desde la barrera. Yo los miro con imparcialidad despreocupada: desde el punto de vista de mi oficio me da lo mismo que la próxima elección presidencial la gane el PAN, el PRI, el PRD o cualquier coalición de partidejos. Sea quien sea el hombre -o la mujer- que llegue a la Presidencia, dará materia para escribir de su persona. Una cosa les pido, sin embargo a los dioses -o demonios- que presiden el quehacer político. Les suplico que el resultado de la elección sea claro, con diferencia amplia de votos. Porque si ahora se vuelven a repetir las dudas del 2006 la República entrará en un conflicto de grandes proporciones que podrá llevarnos al caos, a la anarquía, y por lo tanto a la ingobernabilidad. No se tomen, empero, mis palabras, demasiado en serio. A lo mejor son sólo un mal sueño del futuro, y no una pequeña profecía como aquellas de que habla el Talmud... Era ya muy noche, y el marido no regresaba del trabajo. La esposa, llena de angustia, le dice a su mamá: "¡Estoy segura de que tiene una amante!". Replica la señora: "¿Por qué siempre piensas lo peor? A lo mejor simplemente lo atropelló un camión"... Doña Panoplia, dama de sociedad, chocó el automóvil deportivo de su esposo. "¡Caramba! -le comenta a la amiga que la acompañaba-. Espero no haberles hecho nada a los caballos de fuerza. Mi marido está muy orgulloso de ellos"... Dos chicas compartían un departamento. Le dice una a la otra: "No tenemos dinero para el alquiler. Tendré que acostarme con el dueño para pagarle el mes". "No te preocupes -la tranquiliza la otra-. Ya le pagué todo el año por adelantado"... FIN.