Se le aparece el Lobo Feroz a Caperucita Roja y le dice con tono de amenaza: "¡Te voy a comer!". Responde Caperucita, despectiva: "'Comer, comer...'. ¡Más de 200 años tiene el cuento y a ningún lobo se le ha ocurrido cambiarle una sola letra a la palabra!"... Comentaba Astatrasio Garrajarra: "Mi esposa y yo tenemos un grave problema: ella no me aguanta cuando estoy borracho, y yo no la aguanto a ella cuando estoy sobrio"... Llegó una mujer al consultorio de un dermatólogo. Le dijo que le habían salido unas manchas extrañas en la parte interna de los muslos. El especialista procedió a revisar las tales manchas. Tenían una rara coloración verdosa, distinta a la de aquellas que generalmente veía, a saber: mancha atrófica, mancha de Koplik, mancha cerúlea, mancha de Morgan, mácula lútea y mancha tendinosa, entre otras. De su examen no pudo el dermatólogo derivar ningún diagnóstico plausible. ¿A qué se debían las misteriosas manchas verdes que presentaba la paciente? De pronto se hizo la luz en la mente del facultativo. "Perdone la pregunta, señora -le preguntó a la mujer-. ¿Es usted gitana?". "Lo soy" -responde ella. "Y su esposo ¿es gitano también?". "Y de los más calés" -se jactó ella. "Ahora entiendo -dice el dermatólogo-. Infórmele a su marido que los aretes que le vendieron no son de oro"... Un agente viajero se corrió una parranda tremebunda que duró dos días. Al tercero se despertó en la cama de un motel de paso. A su lado roncaba la mujer más fea que el tipo había visto en su vida de viajante de comercio: era greñuda, desdentada, con pelos de bigote sobre el labio y un lobanillo morado en la nariz. El sujeto saltó de la cama, espantado, y se vistió a toda prisa al tiempo que juraba en su interior: "¡Jamás vuelvo a emborracharme así!". Tomó un billete de 500 pesos, lo dejó sobre el buró, y se dispuso a salir apresuradamente. Pero lo detuvo otra mujer más fea aún, que en ese momento salía del baño. "¿Qué? -le reclama al viajero-. ¿No hay también algo para la madrina de la boda?"... Vociferaba la predicadora, fémina joven y de muy buen ver: "¡Ayer estuve en brazos de Satán! ¡Hoy estoy en brazos de mi Salvador!". Desde el fondo de la sala le grita un barbaján: "¿Y qué planes tienes para mañana, mamacita?"... El presidente del Club de Minifaldos, llamado así porque todos los socios están a 5 centímetros del hoyo, le dijo al reportero que lo entrevistaba: "Aquí no hablamos de política. Eso se presta a muchas discusiones. Tampoco hablamos de religión, por lo mismo. Y menos aún hablamos de sexo". Pregunta extrañado el entrevistador: "¿Por qué no hablan de sexo?". Responde con tristeza el veterano: "Porque ya no nos acordamos"... Don Poseidón, ranchero acomodado, fue con un odontólogo. Éste le dijo que le iba a hacer una placa dental de porcelana. Pero oyó mal don Poseidón, y de regreso en el rancho le contó a doña Holofernes, su mujer: "El dientista me va a hacer una placa dental de borcelana". "¡Ah jijo! -se preocupó ella-. ¡Ojalá te la haga de la parte de la oreja!"... Llegó la esposa al domicilio conyugal, y al entrar en la alcoba vio a su marido en la cama, sobre la criadita. "¿Qué haces, descarado?" -clamó hecha una furia. "No es lo que parece -contestó sin perder la calma el individuo-. Estoy auscultando a esta pobre muchacha, porque se le oyen ruidos raros en el pecho". Se inclinó la señora, recelosa, y acercó una oreja al opimo busto de la chica. Dijo luego, amoscada: " No oigo nada". Explica el individuo: "Es que tú no estás conectada"... FIN.