Aquel muchacho entró a formar parte de la banda de música de su universidad. Tocaba el piccolo, flauta pequeñita. Un día fue de vacaciones a su casa, y se puso a practicar en su cuarto. Lo llamó desde abajo su mamá: "¿Qué haces, Souzo?'' -le preguntó. Responde el chico: "Estoy tocando mi piccolo''. Después de una pausa de silencio le pide la señora: "Ven a comer. Pero antes lávate las manos"... Un comerciante hizo un pedido. Le informa por teléfono su proveedor: "Con gusto atenderemos su orden cuando nos pague el pedido anterior''. Responde muy digno el comerciante: "Entonces cancele este nuevo pedido. No puedo esperar tanto tiempo para recibir la mercancia''... Llorosa y compungida, aquella señorita le informó a su mamá que ya no lo era. "¡Pero, Florilí! -se consterna la señora-. ¡Te dije que guardaras tu doncellez con siete llaves!''. "¡Y lo hice, mamá! -asegura la muchacha, gemebunda-. ¡Pero mi novio salió buen cerrajero!''... La azafata fue corriendo al fondo del avión, pues una pasajera le informó que en la última fila una pareja estaba haciendo el amor desenfrenadamente. Cuando la azafata les pidió que suspendieran su indebida acción, el hombre respondió sin detener sus eróticos meneos: "Lo único que el letrero prohíbe es fumar"... Un hombre joven se casó. Tiempo después un amigo le preguntó cómo le iba en su nuevo estado. "Muy bien -responde el otro-. Pero me cuesta trabajo olvidar algunas de mis costumbres de soltero". Pregunta el amigo: "¿Cómo cuáles?". Dice el recién casado: "Cada vez que termino de hacer el amor con mi mujer debo decirme en voz baja una y otra vez: '¡No le pagues! ¡No le pagues¡'"... Quien viaje por el extranjero -en los últimos días lo he hecho yo-, se dará cuenta de la mala imagen que tiene ahora nuestro país en el exterior. No hay ninguna otra nación en el mundo que sufra tan grave desprestigio como México, por causa de la violencia e inseguridad que se han abatido sobre nosotros. De eso derivan daños gravísimos para la nación: el turismo se ausenta; las inversiones provenientes del exterior cesan casi por completo. Con eso se agrava más el problema de falta de empleo que ya de por sí sufre el País. Lo malo es que no parece haber salida pronta para esta situación. Y lo peor es que México está librando una batalla que en realidad no es suya, sino de Estados Unidos. Allá es donde se consume la droga; allá es donde se fabrican y venden, casi sin control, las armas que aquí se usan. Y no se ve que los norteamericanos combatan esos males como acá se combaten, a costa de tanta pérdida de vidas. Realmente el problema es de ellos, y nos exigen a nosotros que lo solucionemos. De los vicios de la sociedad estadounidense derivan los males que ahora los mexicanos estamos padeciendo. Nadie allá, sin embargo, parece percatarse de la injusticia que eso representa. Y pocos acá consideran que los mexicanos deberíamos librar nuestros propios combates -contra la pobreza, contra el desempleo, contra todas las formas de atraso que sufrimos-, en vez de estar librando, con tanto esfuerzo y con recursos tantos, las batallas de otros... Una señora se presentó en el hospital de la ciudad. Su esposo llevaba desaparecido una semana, y le dijeron que en la morgue estaba el cuerpo de un hombre que había perecido en un accidente, y cuyas características correspondían a la descripción que ella dio de su marido. La condujeron al sitio donde estaba el cuerpo, y el forense descubrió el rostro del difunto. "No estoy segura'' -vaciló la señora. El médico, entonces, quitó la sábana que cubría el cuerpo. "No es mi marido -dice entonces la mujer con absoluta certeza-. Pero alguna otra mujer sufrió una pérdida muy grande''... FIN.