"Mi esposo y yo ya no tenemos sexo -les confió una señora a sus amigas-. Dormimos en habitaciones separadas, y no nos dirigimos nunca la palabra. Desayunamos, comemos y cenamos en horas diferentes, para no encontrarnos, y cada uno toma sus vacaciones por su lado". Preguntan las amigas, tribuladas: "¿Por qué hacen todo eso?". Responde ella: "Estamos tratando de salvar nuestro matrimonio"... El médico le entregó a Empédocles Etílez el resultado de sus análisis de laboratorio. Le dijo: "Me temo que está bebiendo usted demasiados martinis, don Empédocles. Su muestra de orina traía una aceituna"... Doña Tebaida Tridua me ha pedido que siquiera una vez en la vida cuente un chiste blanco. Helo aquí... Miles y miles de hormiguitas subieron al enorme cuerpo del elefante, pues querían establecer sobre él un hormiguero. Sintió el paquidermo aquella formicante invasión, y se agitó para arrojar a la molesta turba. Cayeron al suelo todas las hormiguitas, menos una, que se asió con fuerza al cuello del elefante. Furiosas, le gritan desde abajo las demás: "¡Estrangúlalo! ¡Estrangúlalo!". (Nota: otro chiste blanco más y los cuatro lectores de esta columnejilla quedarán reducidos cuando mucho a dos)... Un fantasma recorre el PRI: la división. Enrique Peña Nieto no está solo en su aspiración presidencial: Manlio Fabio Beltrones también tiene su corazoncito. Y no únicamente su corazoncito: también -me dicen priistas enterados- tiene el control de algo así así como el 60 por ciento de la estructura partidista. Su viaje a Estados Unidos fue claramente una gira de campaña, y en ningún momento ha negado que aspira a la candidatura. Las encuestas, sin embargo, lo colocan muy por abajo del mexiquense, y está muy lejos de tener la fuerza mediática y el carisma que posee Peña Nieto. Pero la política es una pasión, y la pasión causa ceguera. Por más que algunos piensen que la llegada del PRI a la Presidencia es cosa hecha, lo cierto es que el partido no la tiene fácil, sobre todo si se concreta la temida alianza PAN-PRD en la elección del 2012. Los priistas deben huir de la división como del cólera (o el sida, para adaptar la frase a nuestros tiempos). Ya tuvieron una experiencia que no deben repetir: la desafortunada candidatura de Roberto Madrazo. A pesar de su falta de prestigio Madrazo se empecinó en ser candidato, y maniobró en el interior del PRI para lograr su intento. Llevó con eso a su partido a un fracaso estrepitoso. Si la Historia es la maestra de la vida -una maestra a quien no escucha nadie-, los priistas no han de caer de nuevo en ese mismo error. Determinen quién tiene más posibilidades de conseguir el triunfo, y pongan luego en práctica el viejo principio de la disciplina, que tanta unidad y cohesión dio al PRI en aquellos pasados tiempos en que Dios era omnipotente y era priista siempre el Presidente... Termino ahora con el relato de un cuentecillo final que aligere el tedio causado por la pasada reflexión política... Le dijo el galán a su prometida: "Yo tengo que decirte la verdad aunque me duela el alma". Y luego le dio la noticia, pesaroso: "Nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos. No me preguntes más". Ella, sorprendida y al mismo tiempo consternada, quiso saber: "¿Por qué?". Respondió él: "Voy a casarme con otra". Ella inquirió, dolida. "¿La quieres más que a mí?". "No -dijo el galán-. A ti te amo sobre todas las cosas, excepción hecha de mi iPad". "¿Es más hermosa que yo?" -se enceló ella. "Tampoco -admitió él-. De hecho es algo feíta, sobre todo cuando la ves de cerca". "Entonces -preguntó la muchacha, desolada- -qué tiene ella que no tenga yo?". Bajó la cabeza el hombre, avergonzado, y respondió: "Un embarazo de tres meses"... FIN.
